El actual Estado de Israel se estableció hace 74 años, en 1948. Sin embargo, el Estado de Israel moderno, tal y como lo conocemos, se puso en marcha en 1967. La Guerra de los Seis Días fue tan revolucionaria y tan transformadora que, en muchos sentidos, superó los logros de 1948. Hace miles de años, Dios creó nuestro mundo natural en seis días. Hace cincuenta y cinco años, Él remodeló la historia en seis días apresurados. He aquí las seis principales revoluciones de esos impresionantes días de junio de 1967:
1) El regreso al “corredor” bíblico
En 1948, a los judíos se les “permitió” gentilmente regresar a una parcela de Israel que había sido esculpida. La creación de una patria para los judíos tranquilizó la conciencia del mundo tras los horrores del Holocausto. Además, resolvió el espinoso asunto de los refugiados judíos no deseados. En cambio, en 1967, volvimos al corredor bíblico, un pasaje de tierra que atraviesa el corazón de Israel y el corazón de la historia judía.
Este territorio se extiende desde Nablus en el norte, serpentea a través de Jerusalén, se dobla hacia Belén y Hebrón, y finalmente se nivela en Beersheba. Nuestra historia, narrada en el libro del Génesis, se inició en estas tierras, y nuestro regreso a este pasaje bíblico señaló el resurgimiento de la historia judía de una manera que no lo hicieron los importantes pero indefinidos acontecimientos de 1948.
2) Una superpotencia emergente
La vida en Israel entre 1948 y 1967 era espartana e implacable. Asolada por el racionamiento de alimentos, ametrallada por numerosas guerras de desgaste y asfixiada por el aislamiento diplomático, la vida en Israel era dura. Nuestro amado Estado proporcionó un respiro del tumulto y la tragedia del Holocausto, y ciertamente cumplió el sueño de siglos de reasentar nuestra patria. Sin embargo, la realidad de Israel seguía dejando mucho a la imaginación.
Los milagros de 1967, el valor de nuestros soldados y, por supuesto, la palpable intervención divina crearon una oleada de orgullo nacional o komemiyut, que transformó el tejido de la sociedad israelí. Irónicamente, la Guerra de la Independencia de 1948 se denomina a veces komemiyut porque, por primera vez en miles de años, los judíos se defendieron de una agresión militar.
En realidad, los milagrosos acontecimientos de 1967 establecieron una komemiyut mucho más significativa que la ambigua victoria de 1948.
3) Los judíos vuelven a casa
El regreso a Jerusalén y sus alrededores despertó el interés internacional de los judíos por nuestra patria común. Antes de 1967, gran parte de la inmigración a Israel consistía en una aliá de angustia: judíos que huían de la persecución en los países árabes. Entre 1948 y 1967, las penurias económicas en Israel fueron tan graves que emigraron más personas de Israel que a Israel.
Todo eso cambió en 1967. El efecto magnetizador de Jerusalén, así como la lenta, pero constante mejora económica de Israel, despertaron el interés de los judíos de todo el mundo. Muchos hicieron aliá, y muchos de los que no lo hicieron se afianzaron más en Israel, comprando propiedades o aumentando la frecuencia de sus visitas.
El interés de los judíos de todo el mundo por Israel aumentó después de 1967. El mundo judío en general pasó a ser accionista de Israel.
4) Aceptación diplomática gradual
Antes de 1967, Israel era un paria diplomático. A pesar del amplio apoyo otorgado a Israel durante la votación de la ONU de 1947, pronto se vio sumido en el aislamiento diplomático. Gran parte del Tercer Mundo se alineó con la oposición árabe; la hostilidad diplomática hacia nuestro incipiente Estado fue impulsada por el gran bloque comunista que dominaba Europa, China y partes de América Latina.
El armamento estadounidense de Israel comenzó en serio solo después de la victoria militar de 1967. En 1967, estábamos literalmente “solos” a un lado del río, enfrentándonos a todo un mundo.
En 1967, asumimos el papel de nuestro antiguo abuelo, Abraham, que también se enfrentó solo a todo un mundo de idolatría. Como nuestra misión es inspirar al mundo entero hacia la utopía, la aceptación internacional de Israel es un elemento crucial de esa visión. Aunque la plena aceptación de los judíos en su patria únicamente se logrará cuando la historia termine, el lento, pero constante progreso diplomático presenciado en los últimos 20 años forma parte de nuestro avance redentor.
5) Renacimiento religioso
Las legendarias escenas de los soldados israelíes haciendo sonar el shofar en el recién liberado Muro Occidental galvanizaron a todo un pueblo. Ser testigo de la intervención explícita de Dios en el proceso histórico provocó un renacimiento del sentimiento religioso.
En los últimos 55 años, Israel se ha establecido con razón como el epicentro del estudio de la Torá en todo el mundo. La euforia posterior a 1967 lanzó el mundo religioso nacional de las yeshivot, que, junto con el mundo de la Torá haredí, ha aumentado de forma espectacular la difusión del estudio de la Torá.
Más allá de los avances en la Torá y la observancia de la halajá, nuestro país también ha sido testigo de un renacimiento del “tradicionalismo” entre una mayoría de judíos israelíes que se identifican como masortí. Puede que gran parte de la población israelí no se adhiera estrictamente a la ley judía, pero cree profundamente en Dios y en su misión histórica para su pueblo. El año 1967 alteró el panorama religioso de Israel.
6) El índice de confianza del judaísmo mundial
En los últimos 50 años, los judíos de todo el mundo se han implicado más en el gobierno, la cultura y la sociedad locales. Antes, los judíos se veían a sí mismos viviendo al margen de la sociedad, excluidos de las escuelas prestigiosas, los bufetes de abogados y los clubes de campo.
Las comunidades judías modernas tienen más confianza y participan más en sus sociedades locales que las generaciones anteriores. Gran parte de esta confianza proviene del orgullo nacional o komemiyut conseguido durante 1967. Saber que hemos construido un Estado judío fuerte y exitoso, alimenta la confianza judía en todo el mundo.
Seis días y seis cambios sísmicos en la historia judía. Seis por seis.