Las organizaciones de inteligencia extranjeras e Israel han estado trabajando durante mucho tiempo para encontrar información sobre el uso por parte del presidente sirio Bashar Assad de armas químicas contra civiles en su país. Con el telón de fondo de las duras imágenes de las víctimas de los suburbios de Damasco, el gran desafío es demostrar sin lugar a dudas que la Convención sobre Armas Químicas se utiliza para prevenir la proliferación, producción, almacenamiento y uso de armas químicas.
Assad, según los expertos, usa cloro, una sustancia letal pero limitada, que no está en la lista de sustancias prohibidas. La preocupación entre las organizaciones de inteligencia y organizaciones de derechos humanos que monitorean los ataques es que en casos donde el número de víctimas mortales y heridos es particularmente alto, Assad está trabajando para integrar en los contenedores de cloro el gas sarín, que está prohibido por convención, para engañar a las organizaciones de inteligencia. Con el anuncio del asesinato de civiles por agentes químicos, la carrera en el tiempo comenzó a demostrar las afirmaciones de los elementos de la oposición de que Assad usó el material incluido en la lista, y que poseía reservas de armas químicas ocultas a los inspectores de la ONU. La Casa Blanca anunció al mismo tiempo que si resulta que el arma usó sustancias químicas, Estados Unidos exigirá la respuesta de la comunidad internacional.
Según las estimaciones en Occidente, si las organizaciones de inteligencia verifican los temores y obtienen pruebas inequívocas, el presidente estadounidense Donald Trump tendrá que responder con firmeza, y es posible estimar que cualquier acción militar importante de Estados Unidos en Siria será asistida por agencias de inteligencia, presumiblemente en Israel, respecto de las actividades del ejército sirio y la ubicación de las baterías de defensa aérea.
En tal caso, Israel espera que el Departamento de Defensa de los EE.UU haga advertencias oportunas del ataque y lo notifique por los canales convencionales sobre cómo operará el ejército de EE.UU de tal manera que le permita prepararse en consecuencia. Estos ataques ponen a Israel y a los demás países de la región en un estado de alerta, ya que tienen la capacidad de provocar una respuesta por parte de Siria o elementos del eje radical.
Durante tal período de tensión, los sistemas de defensa aérea de las FDI estarán en alerta, preparados para la posibilidad de que se disparen misiles en el frente interno de Israel. Este es un escenario poco probable que Assad quiere evitar, pero en Siria hay varios factores negativos. Un ataque masivo de los Estados Unidos en Siria pone a prueba no solo al ejército de Assad, Irán y Hezbolah, sino también al ejército ruso que opera en la zona y se espera que vea en los ataques en Siria, sin coordinación, una especie de humillación. Esto es especialmente si los ataques dañan el esfuerzo ruso para estabilizar al régimen de Assad y reconstruir su poder para restablecer el control de grandes partes del país.
La gran pregunta a la que se enfrenta el estamento de defensa es un escenario en el que resulta que Assad atacó con sustancias químicas prohibidas: ¿atacará Trump a Siria para apaciguar a la opinión pública mundial? ¿O lo hará para establecer nuevas reglas del juego con respecto al uso de armas químicas contra civiles?
Mientras tanto, según informes extranjeros, en septiembre de 2017, la Fuerza Aérea de Israel atacó un centro de desarrollo de armas químicas en Hamat, Siria. El ataque terminó sin una respuesta del ejército sirio. Además, el ataque se llevó a cabo a 70 kilómetros de una base militar rusa que opera uno de los sistemas de defensa aérea más avanzados del mundo: los S-400. Es importante señalar que, a pesar del cese de la producción y distribución de equipos de protección a civiles, las FDI tienen capacidad de enfrentarse a armas químicas y biológicas, con un especial énfasis en la frontera norte.