Un gigantesco árbol de Navidad ocupa un lugar destacado en la Plaza del Pesebre de Belén, entre la Iglesia de la Natividad y una mezquita adornada con luces que caen en cascada por sus paredes.
Pero la ciudad es mucho más que su significado bíblico, dicen los organizadores del Festival Cultural de Belén, que promueve otros aspectos del lugar venerado como el tradicional lugar de nacimiento de Jesús.
El festival anual ofrece danza, música, arte y eventos culinarios en una ciudad cuya principal fuente de ingresos -los turistas extranjeros- se ha visto diezmada por la pandemia de coronavirus.
“En Navidad, el mundo reza a Belén, pero en realidad la mayoría de la gente no sabe que Belén está en Palestina”, dijo el participante en el festival y chef Fadi Kattan mientras seleccionaba menta fresca en un mercado de verduras.
“Yo cocino, Umm Nabil vende hierbas, hay grupos de baile, hay artistas”, dice.
Belén se encuentra a ocho kilómetros al sur de Jerusalén, en la zona A, lo que significa que está bajo el control administrativo de la Autoridad Palestina.
Para el cofundador del festival, Abdelfattah Abusrour, su objetivo es mostrar al mundo que Belén existe como una ciudad viva fuera de las páginas de la historia y del conflicto palestino-israelí.
“No es sólo un lugar religioso”, dijo Abusrour. “Está llena de vida, cultura, arte, belleza, hospitalidad y generosidad de la gente”.