China es uno de los pocos actores que podrían salvar a Israel de Irán en favor de la estabilidad, según un nuevo informe del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional obtenido en exclusiva por The Jerusalem Post.
Según el informe, con el Dr. Kevjn Lim como autor principal en nombre del INSS, China ha empezado a esforzarse más por presentarse como una “potencia global más responsable”.
Desde ese punto de vista, y debido a la profunda dependencia de la República Islámica de Pekín, puede ser “uno de los pocos actores, si está dispuesto, capaces de cambiar el equilibrio en Oriente Medio a favor de la estabilidad”.
Esto no será fácil y el informe advierte incluso que un llamamiento directo a China para que rompa sus lazos con Teherán fracasaría.
“Persuadir directamente a China para que rompa o rebaje significativamente sus lazos con Irán es poco realista, y probablemente incluso contraproducente. Una estrategia de este tipo se vería como un intento de tomar partido por una gran potencia, que se enorgullece de mantener buenos lazos con todos los actores regionales”, dice el informe.
Parte de la razón, escribe Lim, es que “los motivos de China para profundizar en la cooperación con Irán tienen poco que ver con Israel. En lugar de disuadir a China de avanzar en sus lazos con Irán, Jerusalén debería, en cambio, persuadir constantemente a Pekín, como actor no partidista que busca la previsibilidad… para que presione a Irán para que modere su conducta desestabilizadora”.
“Junto con una política estadounidense más sólida y previsora en Oriente Medio, esto beneficiaría a la estabilidad de toda la región, y con ella al comercio y los intereses económicos chinos”, afirma el INSS.
El informe dice además que “Israel debería igualmente incitar a China a adoptar una postura más estricta en materia de asistencia y proliferación nuclear”, además de reducir la agresión militar convencional iraní.
¿Qué influencia tiene Israel para convencer a China?
Por un lado, Lim señala que hasta que Irán no modere sus amenazas contra Israel, el Estado judío probablemente seguirá “degradando y perturbando las opciones diplomáticas, económicas y militares de Irán, y ciertamente su programa nuclear”.
Estas interrupciones también pueden retrasar y desestabilizar el comercio chino con Irán y en Oriente Medio en general.
En otras palabras, es posible que China no obligue a la República Islámica a cambiar de rumbo de golpe para conseguir la estabilidad, sino que empiece a presionar con más regularidad para que se contenga, del mismo modo que muchas administraciones estadounidenses presionan a Jerusalén para que se contenga.
El informe también señala nuevas oportunidades para aprovechar a China para frenar a Teherán en virtud de los Acuerdos de Abraham.
Por ejemplo, “si Israel y sus florecientes aliados suníes del Golfo y de otros lugares se coordinan entre sí en sus interacciones con China, tienen más posibilidades de conseguir que Pekín tenga en cuenta sus preferencias respecto a Irán”.
“Como mínimo, esto podría empujar a China a presionar más activamente a Irán para que modere su conducta… este reajuste estratégico podría también, a largo plazo, dar forma no solo a la forma en que Pekín lleva a cabo su comercio, sino también a cómo piensa en sus prioridades estratégicas, diplomáticas y de seguridad en la región”, escribe Lim.
La Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) es otro lugar en el que, según el informe, China podría influir positivamente en las cuestiones entre Israel e Irán. Israel ha solicitado a la OCS el estatus de socio de diálogo, que es dos grados inferior al de miembro de pleno derecho.
Si Israel es admitido, el Estado judío ocuparía parte del mismo espacio diplomático con Irán.
El INSS especula que “la relativa proximidad en estos foros permite la posibilidad de contactos con la mediación de terceras partes como China (o Rusia)”, si bien admite que los avances de estos contactos seguirían siendo muy limitados.
El informe advierte a Israel que debe tener cuidado de equilibrar su cercanía a China con su alianza con Estados Unidos y con el riesgo de que se filtre información a la República Islámica.
Afirma que “la presencia de empresas estatales chinas y sus filiales en proyectos de construcción e infraestructuras tanto en Irán como en Israel requiere un tratamiento y un aislamiento cuidadosos, y Jerusalén debe asumir el intercambio de información entre Pekín y Teherán”.
“Algunos de estos proyectos están conectados en caliente con redes de control, señalización y monitorización enlazadas con redes más amplias a nivel urbano o nacional que pueden ser perturbadas y manipuladas electrónicamente, mientras que otros pueden estar situados en las proximidades de sitios gubernamentales sensibles, incluyendo instalaciones militares, navales y de inteligencia”, dice el informe.
Según el INSS, “el China Railway Tunnel Group, que posee el 51% de las acciones de un consorcio conjunto que construye gran parte del segmento de la línea roja de la red de tren ligero de Tel Aviv, es una filial del CREC”.
Pero “CREC está asociada con el conglomerado Khatam al-Anbia de la IRGC en la construcción del ferrocarril rápido Teherán-Qom-Esfahán”, señala Lim.
El informe explica: “Por parte de Israel, reconocer los puntos fuertes y los límites de las relaciones entre China e Irán será crucial para avanzar”.
Lim es asesor principal de riesgos para Oriente Medio y el Norte de África en IHS Markit Country Risk, donde dirige la sección de Irán y es investigador del INSS.