La simultaneidad nacionalista e islamista en la lucha árabe-Palestina contra Israel ha estado presente en la génesis misma de este conflicto prolongado.
La figura-líder del nacionalismo palestino y eminencia religiosa de la primera mitad del siglo XX en Palestina, Haj Amín al-Husseini, cristalizó tal amalgama. Husseini avanzó la causa del nacionalismo árabe-palestino en el marco mayor de la lucha perenne (en su visión) del islam contra el pueblo judío. Su alianza con la Alemania nazi no puede explicarse meramente en clave estratégica, que de por cierto existió, sino también, y muy especialmente, en una misión aspiracional genocida compartida. “Hay una similitud definitiva entre los principios del islam y los principios del Nacional-Socialismo” ofrecería quien ostentó la triple titulación de Gran Muftí de Jerusalén, Presidente del Consejo Supremo Musulmán y Presidente del Alto Comité Árabe. En 1940 urgió al Tercer Reich a que “resuelva la cuestión de los elementos judíos en Palestina y otros países árabes en concordancia con los intereses nacionales y raciales de los árabes y en líneas similares a aquellas empleadas para resolver la cuestión judía en Alemania e Italia”. Durante la Segunda Guerra Mundial instó a los nazis a bombardear Tel-Aviv, y, apenas concluido el Holocausto, en 1946 arengó a los árabes de Palestina así: “Alá ha conferido sobre nosotros el raro privilegio de finalizar lo que Hitler tan solo comenzó. Dejemos que empiece la jihad. Maten a los judíos. Mátenlos a todos ellos”.
Años más tarde, un pariente suyo en una siguiente generación, Yasser Arafat, tomaría la antorcha del combate anti-sionista y también él lo rodearía de retórica islamista. (La madre de Arafat era hija del primo hermano del Muftí). En mayo de 1994, a pocos meses de la firma de los Acuerdos de Oslo, el presidente de la Autoridad Palestina y titular de la Organización para la liberación de Palestina, declaró en una mezquita en Johannesburgo: “La jihad continuará… Ustedes deben venir y luchar una jihad para liberar Jerusalén”. Unos meses después, al dar un discurso en Casablanca ante la Conferencia de la Organización Islámica proclamó: “Dejen que nuestra jihad continúe hasta que el estado independiente sea establecido”. Posteriormente, dijo ante una audiencia en Gaza: “Continuaremos con la jihad, una larga jihad, una difícil jihad, una agotadora jihad”.
En octubre de 2014, el sucesor de Arafat como presidente de la AP, Mahmoud Abbas, llamó a los palestinos a una lucha religiosa, usando el término Ribat, en un mensaje que fue emitido 19 veces en 3 días en la televisión oficial Palestina: “No es suficiente para nosotros decir ´Hay quienes llevan a cabo Ribat´. Todos debemos llevar a cabo Ribat”. El texto escolar de la AP Educación Islámica para 12 grado, p. 86, explica el término Ribat: “Una acción relacionada con la jihad para Alá, y significa: Ser encontrado en áreas donde hay una lucha entre musulmanes y sus enemigos”.
En enero de 2012, el Muftí palestino Muhammad Hussein, afirmó en la televisión oficial Palestina: “El hadith confiable [dichos y hechos atribuidos a Mahoma]… dice: ´La Hora [de la Resurrección] no llegará hasta que peleen contra los judíos. El judío se esconderá detrás de piedras o árboles. Entonces las piedras o los árboles dirán: ‘Oh musulmán, sirviente de Alá, hay un judío detrás de mí, ven y mátalo’´”. El Movimiento de Resistencia Islámico Hamás incorporó esta enseñanza religiosa en el Artículo 7 de su Carta: “Hamás ha estado esperando implementar la promesa de Alá, cualquiera que sea el tiempo que tome. El profeta dijo: ‘La Hora (de la Resurrección) no llegará hasta que los musulmanes pelearán contra los judíos, hasta que los judíos se escondan detrás de las rocas y los árboles, que implorarán: ¡Oh, musulmán! ¡Hay un judío escondido detrás de mí, ven y mátalo!´”.
Una encuesta del 2011 realizada por The Israel Project mostró que el 73% de los palestinos declaró creer en este Hadith que anuncia como destino islámico matar a los judíos. Según una encuesta del 2010 del Centro de Estudios de los Derechos Humanos, de Ramala, el 98% de los palestinos dijo que la religión desempañaba un papel importante en sus vidas. En 2013, el Centro de investigación PEW, de Estados Unidos, halló que el 62% de los palestinos aprobaba llevar a cabo acciones violentas contra civiles para “defender al islam de sus enemigos”. (Estas encuestas fueron recopiladas por Palestinian Media Watch).
El ethos islámico ha tenido un papel históricamente importante en el nacionalismo árabe y palestino, aunque estos nacionalismos pueden ser mayormente categorizados de laicos. Ni Nasser, Assad, Gaddafi, Arafat o Abbas fueron fundamentalistas islámicos. Con la revolución Khomeinista en 1979 y el ascenso de los ayatolás al poder en Irán, la creación del grupo integrista Hezbolá en El Líbano en 1982 y el establecimiento del movimiento islamista Hamás en la Franja de Gaza en 1987, el componente religioso musulmán se ha tornado preponderante en el conflicto de todos ellos con Israel. El florecimiento de grupos radicales islámicos en el Medio Oriente y más allá -Al-Qaeda, Estado Islámico, Boko Haram, etcétera- en las postrimerías del siglo XX e inicios del actual, ha puesto la dimensión religiosa en el primer plano de la geopolítica regional.