Los recientes acuerdos de Turquía con el Gobierno del Acuerdo Nacional de Libia sobre las fronteras marítimas y el despliegue de tropas en el país norteafricano, así como su copatrocinio con Rusia de una propuesta de cesación del fuego, han revelado que es un actor importante en la cuestión libia. Así, el gobierno turco fue uno de los principales protagonistas de la Conferencia de Berlín sobre Libia el pasado domingo. Ésta se programó el mismo día que las conversaciones de las partes libias bajo los auspicios de Rusia y con la participación de Turquía. Ankara estaba muy interesada en participar en Berlín, hecho que fue subrayado por su delegación encabezada por el propio presidente Recep Tayyip Erdogan.
El objetivo declarado del compromiso de Turquía en la crisis de Libia es apoyar al Gobierno del Acuerdo Nacional con sede en Trípoli, que podría facilitar el diálogo y, por tanto, una solución política. También se entiende implícitamente que Turquía trata de evitar que la capital libia caiga en manos del Ejército Nacional Libio del General Khalifa Haftar, lo que derribaría el GNA y anularía el Memorando de Entendimiento relativo a las fronteras marítimas. Esto tendría repercusiones negativas para los derechos de Turquía a las reservas de gas en el Mediterráneo Oriental y su seguridad energética, dado que varios rivales han unido sus fuerzas en el Foro del Gas del Mediterráneo Oriental, del que Turquía ha sido excluida y sus derechos completamente ignorados.
La pregunta ahora es hasta qué punto las conclusiones de la Conferencia de Berlín fueron aceptables para Turquía y sus objetivos. ¿Berlín tranquilizó o preocupó al gobierno de Ankara?
La declaración de clausura de la conferencia se centró en una solución política en Libia y subrayó la necesidad de estabilizar el alto el fuego. Ambos son buscados por Turquía, porque aumentan la legitimidad del GNA en Trípoli, por lo menos.
Se puede decir, por lo tanto, que la conferencia ha logrado lo que Turquía ve como los resultados mínimos aceptables para la crisis de Libia en el momento actual que no la involucran en un conflicto militar. La situación en Libia es muy diferente a la de Siria, el vecino de Turquía, donde ha participado en tres operaciones militares hasta ahora.
Sin embargo, esto no significa que los resultados de la conferencia hayan sido exactamente lo que Ankara quería o que apoyen sus esfuerzos en Libia. La conferencia se celebró principalmente para restablecer en la medida de lo posible la tutela europea sobre la cuestión libia y para quitarle la alfombra a los rusos y a los turcos. También tenía como objetivo evitar que Turquía desplegara tropas en Libia en apoyo del GNA. Esto podría explicar la rapidez con la que se convocó la conferencia después de algunas prolongadas evasivas europeas sobre su calendario.
Además, la conferencia trató a los partidos locales con total igualdad y describió los acontecimientos en Libia como un “conflicto interno entre dos partes”, a pesar de que en realidad se trataba de un conflicto entre un gobierno reconocido internacionalmente y un agresor renegado. Esto ignora los orígenes del problema y contradice el enfoque turco. Si bien subrayó la necesidad de establecer el alto el fuego, la declaración de clausura que salió de Berlín no incluía una demanda explícita para que Haftar retirara sus fuerzas a sus cuarteles en el este del país. Esto implica un grado de legitimidad para su ataque a Trípoli y las medidas previas de Haftar, mientras que solo le pide una tregua para acordar una solución política.
Lo más importante es que las cláusulas de la declaración final sobre el cese de las intervenciones extranjeras y el envío de armas y combatientes eran en su mayoría muy amplias y abiertas a la interpretación de ambas partes. Dado que la mayoría de los países que intervienen en la crisis de Libia no están de acuerdo con Ankara, se espera que interpreten estas cláusulas casi exclusivamente contra Turquía. Así, aunque fue invitada a entrar en el país por el gobierno legítimo, el GNA, el apoyo de Turquía será considerado como una intervención inaceptable y las tropas que envíe serán “mercenarios”. Turquía, por su parte, considerará que sus movimientos traerán paz, estabilidad y un camino político a Libia.
Finalmente, la declaración de clausura subraya la necesidad de que las partes extranjeras se comprometan a no interferir y apoyar a ninguno de los dos partidos rivales. Esto será un obstáculo para cualquier futura decisión turca de enviar tropas a Libia si así lo solicita el GNA. Es verdad que esta cláusula estipula que el alto el fuego debe continuar, lo que significa que si Haftar lo viola habría motivos para la intervención turca, pero esto no será fácil de tratar y verá muchas críticas y presiones contra Ankara.
A Turquía le preocupa que la Conferencia de Berlín sea el primer paso en un camino político que deslegitime gradualmente el GNA de Trípoli, convirtiéndolo en solo una parte de la ecuación en lugar de un gobierno reconocido internacionalmente. El siguiente paso sería hacer del GNA un componente de un sistema político antes de que sea excluido por completo de la escena. Este es el escenario probable si los países que participaron en Berlín supervisan la transformación política, ya que la mayoría de ellos están en el campo que se opone a Turquía.
En conclusión, mientras que las ideas iniciales son que la Conferencia de Berlín logró la parte más importante de los objetivos declarados de Turquía, un examen más detallado sugiere que la oposición internacional y los escenarios manipulados proporcionan al gobierno de Ankara un motivo real de preocupación.