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Portada » Opinión » Cuando Erdogan dice “sí”: ¿qué quiere decir?

Cuando Erdogan dice “sí”: ¿qué quiere decir?

20 de julio de 2021
Cuando Erdogan dice "sí": ¿qué quiere decir?

En los últimos meses, Turquía ha mostrado su interés por Israel en mejorar las relaciones entre ambos países, sumidos en una profunda crisis diplomática desde hace más de una década. La semana pasada, estos esfuerzos adquirieron una nueva velocidad cuando el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, telefoneó al presidente Isaac Herzog para felicitarle por su entrada en funciones, y discutió con él las formas en que ambos países pueden restablecer su antaño sólida relación diplomática.

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No podemos olvidar, en este contexto, el encuentro de Erdogan con el ex presidente Shimon Peres en la cumbre de Davos de 2009, poco después de la Operación Plomo Fundido en la Franja de Gaza. Erdogan abandonó el escenario con Peres tras acusar a Israel de matar a niños palestinos. El incidente marcó la pauta del posterior deterioro diplomático.

Erdogan ha recorrido un largo camino desde aquel encuentro con Peres hasta su llamada telefónica de 40 minutos con Herzog, durante la cual ambos acordaron que “las relaciones entre Israel y Turquía son de gran importancia para la seguridad y la estabilidad en el Mediterráneo oriental y que la cooperación tiene un gran potencial para ambos países en muchos ámbitos”.

La motivación turca es evidente. La política combativa y contraria de Erdogan hacia todo el mundo le ha llevado a un callejón sin salida. La economía turca se tambalea, la inflación se dispara junto con la deuda nacional, y el país lucha por crear nuevos ingresos. La participación militar de Turquía en Siria y Libia ha sumido a Ankara en arenas movedizas, y su relación con Estados Unidos también está en un punto bajo sin precedentes. Biden, al contrario que Trump, no está dispuesto a perdonar a Erdogan por oprimir a sus disidentes en casa y lo considera un tirano. Una expresión de las tensiones entre Washington y Ankara fue la reciente decisión del Congreso estadounidense de reconocer la masacre de los armenios.

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Erdogan quiere mejorar las relaciones con los vecinos de Turquía para no quedarse atrás. Los primeros en ser cortejados fueron los egipcios, aunque el camino hacia el acercamiento entre ambos países sigue siendo largo. Al parecer, Erdogan se niega a cumplir la exigencia de El Cairo de denunciar a los Hermanos Musulmanes, el enemigo mortal del régimen egipcio.

Esta es una lección importante para Israel en cuanto a las limitaciones de las relaciones renovadas con Turquía. Erdogan está profundamente comprometido con Hamás. Por lo tanto, no hay razón para suponer que cada vez que estalle una crisis en Gaza o en la Autoridad Palestina, el líder turco no va a “hacer un Erdogan” y acusar públicamente a los israelíes, como hizo durante la última guerra con Hamás, de asesinar a niños y solo estar “satisfecho chupando su sangre”.

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Con eso, hablar con Turquía es importante, y avanzar en la cooperación económica y quizás de otro tipo con ella es un interés israelí. Ambos países podrían beneficiarse, y éste es el punto más importante desde la perspectiva de Israel. Tal es el enfoque de Israel hacia Jordania, un socio de seguridad de suma importancia en el este, pero cuyas calles están inundadas de un odio ardiente hacia Israel.

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Hay que acercarse a Erdogan con un mínimo de respeto, pero con recelo. Está perfectamente bien hablar y llegar a acuerdos, pero Israel también debe reconocer las limitaciones de la cooperación entre los dos países y no dejarse sorprender cuando Erdogan desate otra diatriba vitriólica contra el Estado judío. Pero, sobre todo, no hay razón para abandonar las nuevas alianzas económicas y de seguridad que Israel ha establecido con nuevos socios en la cuenca oriental del Mediterráneo, concretamente con Grecia y Chipre, los Estados balcánicos e incluso Egipto.

Etiquetas: Recep Tayyip ErdoganTurquía
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