El martes por la noche, un análisis de la falta de respuesta de Israel a los cohetes lanzados contra Sderot desde la Franja de Gaza decía que una posible razón por la que Israel podría haber permanecido callado era la participación egipcia en la mediación de una tregua a largo plazo entre Israel y los terroristas de Gaza. Y de hecho, el miércoles llegó un representante egipcio para mantener conversaciones con el primer ministro Bennett.
Cualquiera que piense que el actual gobierno israelí, que incluye a cuatro diputados de una rama de los Hermanos Musulmanes, es capaz de ejercer cualquier tipo de influencia sobre Egipto o Hamás, se engaña gravemente.
Estamos asistiendo a una dramática erosión de la disuasión y la imagen de Estados Unidos en nuestra región, una situación en la que Irán está manejando los hilos de la Jihad Islámica Palestina y financiando a Hamás, por no hablar de las conversaciones nucleares en las que podemos suponer la “dureza” de la línea que están adoptando los estadounidenses. La tendencia es clara y desestabiliza el equilibrio geoestratégico en la región, lo que es necesariamente malo para Israel.
Todo lo que ocurre aquí es una mala noticia, y con un gobierno de “curación” como el actual, nadie se preocupa por ningún paso decidido de Israel en la dirección correcta, ya que su impotencia sigue creciendo.
Vale la pena señalar que los egipcios no están mediando entre Israel y Hamás por un gran amor a Israel. Se están ocupando del mayor interés de Egipto, que es evitar una escalada en la Franja de Gaza que provoque que los Hermanos Musulmanes enciendan las calles de El Cairo con disturbios. Egipto no quiere eso, y hará todo lo posible para evitarlo. La pregunta es, ¿dónde están los intereses de Israel en todo esto?
Debemos pensar en los días de la administración Obama y entender las tácticas correctas tanto a nivel diplomático como militar. Israel debe actuar agresivamente, de cualquier manera posible, para dañar las capacidades de Hamás. Ahora más que nunca, Israel tiene que decir que Gaza debe desmilitarizarse voluntariamente o ser obligada a ello, establecer un ultimátum y preparar al ejército para mostrar a toda la región que Israel ya no ignorará los ataques y que la próxima vez que haya que entrar en Gaza, será el fin del ala militar de Hamás. Si los estadounidenses y los egipcios quieren tranquilidad, tienen que tomar medidas serias para desmilitarizar Gaza. Esta es la única condición en la que Israel debería insistir durante las conversaciones de tregua. Sin desmilitarización no hay tregua.
La cuestión es que, a diferencia de la Operación Plomo Fundido de 2009, las FDI están mucho mejor preparadas para una operación terrestre en Gaza y tienen planes que pueden ejecutarse con relativa rapidez. En pocas palabras, Bennett tiene que mostrar su fuerza de manera que estimule a los actores del poder a frenar a Hamás y a iniciar el proceso de desmilitarización de Gaza.
Pero hay un problema: Bennett no puede. No tiene margen de maniobra debido a la situación política de Israel. Una realidad como ésta no hace más que subrayar las limitaciones del actual gobierno, más aún cuando Biden es presidente de Estados Unidos.