El desastre sin precedentes en Afganistán debe ser una llamada de atención para todos los estadounidenses. Nuestra fuerza, nuestra determinación y nuestro futuro como líder mundial y defensor de la democracia se están poniendo a prueba en tiempo real. Y el presidente Biden está fallando.
Crecí en la doctrina de la paz a través de la fuerza, y funcionó. La doctrina de Biden de “crisis por debilidad”, está obligando a nuestra nación a darse cuenta de un increíble número de amenazas desde todas las direcciones posibles. En lugar de proteger a nuestro país, Biden y su administración se están rindiendo a nuestros enemigos y haciéndonos más vulnerables a todos.
La Doctrina Biden revelada: No oír el mal. No ver el mal. No detener el mal.
Como veterano de las Fuerzas Aéreas durante 20 años, que voló en decenas de misiones de combate sobre Oriente Medio, y ahora miembro de la Comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, resulta desgarrador ver los informes que llegan desde Afganistán sobre la destrucción de las fuerzas nacionales afganas y el rodaje de los talibanes por las calles de Kabul en menos de una semana.
Estados Unidos pasó casi dos décadas gastando sangre y tesoro en la lucha contra los talibanes, negando a Al Qaeda un bastión terrorista, instituyendo valores democráticos y construyendo relaciones con nuestros socios afganos. Ahora, el Partido Comunista Chino, que está llevando a cabo una campaña de genocidio contra la minoría musulmana en su propio país, se está preparando para reconocer formalmente a los talibanes y ampliar su Iniciativa del Cinturón y la Ruta a Afganistán.
La desastrosa y mal planificada retirada de Afganistán era totalmente evitable. El próximo 20º aniversario del ataque del 11 de septiembre estará marcado por la toma completa de Afganistán y Kabul por los talibanes. Este fracaso total es una mancha en la reputación de Estados Unidos, ya que volvemos a entregar el país a los enemigos de Estados Unidos y a los grotescos violadores de los derechos humanos.
La falta de planificación de la administración Biden y su incapacidad para aceptar las realidades sobre el terreno no es más que un desastre humanitario y de seguridad nacional sin paliativos y fácilmente predecible.
Las imágenes de los helicópteros saliendo de la Embajada de Estados Unidos en Kabul recuerdan a las de Saigón en 1975. La falta de planificación para abordar la seguridad de nuestros socios afganos es sorprendente. Nuestras promesas a los fieles afganos que lucharon y murieron junto a nuestros miembros del servicio y personal civil estadounidense durante décadas se han hecho añicos.
Sus decisiones fallidas y su precipitada retirada tendrán repercusiones duraderas en la seguridad de Estados Unidos y en su capacidad para relacionarse con sus socios y aliados durante generaciones.
Lamentablemente, esta no es la primera crisis que hemos visto desarrollarse bajo esta administración.
El presidente sigue negando la crisis humanitaria y de seguridad nacional que se está produciendo en nuestra propia frontera sur. Cientos de miles de personas están entrando en el país de forma ilegal cada mes con suficientes drogas para matar a todos los estadounidenses.
Somos conscientes de que hay terroristas conocidos y sospechosos (KST) que cruzan a Estados Unidos y el caos que se está produciendo en Afganistán seguramente hará que esto aumente exponencialmente. ¿Qué ha hecho la administración Biden para mitigar los KST? Nada. De hecho, Biden está ocultando las cifras al pueblo estadounidense, haciendo honor a sus tácticas de no transparencia y engaño.
La administración es implacable en su intento de perjudicar la producción de energía estadounidense y la seguridad energética, todo ello mientras entrega a Vladimir Putin una importante victoria estratégica con la aprobación tácita del gasoducto Nord Stream II. El ruego de la semana pasada a la OPEP para que produzca más energía en el mercado mundial, después de que las fuentes estadounidenses se vean perjudicadas por el decreto del gobierno, fue irrisorio.
La administración no reconoce ni hace responsable al Partido Comunista de China por su papel y encubrimiento de la pandemia del COVID-19.
Debemos preguntarnos, ¿está nuestro país más seguro bajo esta administración? Con las políticas de “cabeza en la arena” de Biden, la respuesta es innegablemente no.
Estos ejemplos cuentan la historia de nuestra seguridad nacional. Lo difícil que es conseguirla. Lo fácil que es perderla. Los sacrificios de tantos son en vano.
Las soluciones no son fáciles. Nunca lo son. Una política meditada requiere colaboración y trabajo para mantener nuestras ventajas estratégicas en el mundo. La doctrina de Biden de “crisis por debilidad” borra las ventajas que tanto cuesta conseguir.
El fracaso del presidente Biden para mantener la seguridad de nuestra nación es una vergüenza. Su administración nunca involucra al Congreso en estas soluciones. Nuestras súplicas desde la frontera han sido repetidamente ignoradas. Los beneficios de la energía fabricada en Estados Unidos son menospreciados con tonterías alarmistas sobre el clima. Nuestras preocupaciones sobre la retirada precipitada de Afganistán caen en saco roto.
Estados Unidos, despierta. ¡Esta es la Doctrina Biden!