Esperamos no ser los únicos que se han dado cuenta, pero el mundo se ha convertido en un lugar más peligroso desde que Joe Biden se convirtió en presidente. ¿Por qué? Tal vez porque los actores hostiles perciben la debilidad, y la oportunidad.
Rusia representa la amenaza más inmediata: ha movilizado casi 100.000 soldados en la frontera ruso-ucraniana y parece dispuesta a invadir Ucrania. El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, afirmó que la “infraestructura militar de la OTAN se está acercando irresponsablemente a la frontera de Rusia”, y que las nuevas armas en Europa podrían desencadenar un “escenario de pesadilla de una confrontación militar”.
El secretario de Estado Antony Blinken denunció que los planes de Moscú “incluyen esfuerzos para desestabilizar” el país “desde dentro, así como operaciones militares a gran escala”. Un ataque de este tipo podría tener ramificaciones mucho más allá de esa región.
Blinken sí advirtió a Lavrov de los “graves costes” que pagaría su país por una invasión. Esperemos que no sea demasiado poco, demasiado tarde.
China, por su parte, ha intensificado su acoso a Taiwán, enviando repetidamente aviones militares a su espacio aéreo e insinuando que pronto podría reclamar el territorio insular por la fuerza. Acaba de probar un misil hipersónico que ha sorprendido incluso al Pentágono. Y está enviando satélites al espacio al doble de velocidad que Estados Unidos.
En este último frente, tanto China como Rusia han estado atacando rutinariamente satélites estadounidenses con láseres, inhibidores de radiofrecuencia y ciberataques, maniobras que podrían interpretarse como “actos de guerra”, dice el general de la Fuerza Espacial David Thompson.
También hay problemas potenciales en otros lugares: Parece poco probable que Irán acepte un acuerdo que no mejore el pacto de la era Obama, que allanó el camino para que Teherán adquiriera armas nucleares y le pagó miles de millones. Mientras tanto, está avanzando a paso firme hacia la capacidad nuclear, una perspectiva que sin duda aumenta las posibilidades de guerra en la región.
¿Qué es lo que está provocando esta audacia internacional? Bueno, puede que no sea una coincidencia que se produzca después de que la chapucera salida de Biden de Afganistán se considerara en general una señal de gran incompetencia y debilidad. Y su gestión de otros asuntos, tanto a nivel nacional como internacional, ha sido tan espectacular que nuestros enemigos pueden considerarlo vulnerable.
El equipo Biden tampoco ha respondido con fuerza convincente a ninguna de las numerosas provocaciones y actos beligerantes de China y Rusia. Todo lo contrario: Incluso mientras Rusia se prepara para una posible invasión de Ucrania, por ejemplo, la Casa Blanca está tratando de desbaratar la legislación del Congreso que podría detener las obras del gasoducto Nord Stream 2 desde Rusia a Alemania, un activo inestimable para Moscú. También está tratando de diluir la legislación para restringir las importaciones chinas hechas con mano de obra esclava uigur.
Biden y compañía pueden pensar que las respuestas duras desembocarán en un conflicto. Puede que se despierte bruscamente al saber que las débiles pueden llevar a lo mismo.