El escritor alemán Heinrich Heine expresó: «Pueblos se elevaron y desaparecieron; Estados florecieron y marchitaron, revoluciones conmovieron la superficie de la Tierra; y ellos, los judíos, estaban encorvados sobre libros, y no notaron las tormentas del tiempo, que pasaron sobre sus cabezas sin conmoverlos».
El matemático francés Blaise Pascal opinó: «Encuentro en una esquina del mundo un pueblo especial, segregado de todos los pueblos sobre la Tierra, el más antiguo de todos. Un pueblo cuyos orígenes preceden muchos siglos de historia de los más antiguos que hay (…). El hecho de la existencia de ese pueblo me maravilla, y me parece que debe ser analizado, aunque no tenga explicación».
Mark Twain, el escritor estadounidense, reflexionó: «Los egipcios, los babilonios y los persas ascendieron y cubrieron el mundo con bullicio, grandiosidad y excelencia, hasta que se apagó su iluminación… los griegos y los romanos siguieron sus huellas, conmovieron al mundo en tormenta y se esfumaron… El judío los vio a todos, los derrotó a todos, y hoy es lo que fue desde el alba de las civilizaciones… todos son mortales menos los judíos».
Arnold J. Toynbee, historiador británico especialista en filosofía de la historia, elaboró una teoría cíclica sobre el desarrollo de las civilizaciones, de los judíos estableció: «La preservación de la identidad nacional por parte de una nación sin independencia política, sin un idioma hablado común, nación que no está concentrada, sino dispersa en todos las direcciones de la veleta, frente a persecuciones tremendas y permanentes, esa es una manifestación carente de racionalidad, frente a la cual todos los historiadores se quedan con la boca abierta».
Jean-Paul Sartre aseveró: «Yo no puedo juzgar al pueblo judío según las reglas aceptables de la historia humana. El pueblo judío es algo más allá del tiempo». León Tolstói sostuvo: «¿Qué es ser judío? ¿Qué clase de única criatura es esta, que los gobernantes de todas las naciones del mundo han deshonrado y aplastado y expulsado y destruido; perseguido, quemado y ahogado, y que, a pesar de su odio y su furia, sigue viviendo y floreciendo? ¿Qué es este judío, cuyos opresores y perseguidores solo sugerían que ellos negaran y deshonraran su religión y dejaran de largo la fidelidad a sus antepasados? Un pueblo como este nunca puede desaparecer. El judío es eterno. Es la encarnación de la eternidad».
El papa Juan Pablo II expresó: «La permanencia de Israel… es un hecho histórico y una señal que debemos interpretar como parte del plan Divino… Sigue siendo el pueblo elegido: la oliva pura donde se injertaron las olivas silvestres que son los gentiles». Y en otra ocasión aseveró: «Este pueblo… ha sido llamado y guiado por Dios, creador del cielo y la tierra. Su existencia no es apenas un acontecimiento natural o cultural (…). Es un acontecimiento sobrenatural. A pesar de todo, este pueblo continúa siendo el pueblo de la alianza».
Crédito: todas las citas proceden del libro Historia de Israel de Gerardo Stuczynski