Poco antes de las vacaciones de diciembre, los senadores Bob Menéndez (demócrata de Nueva Jersey) y Jim Risch (republicano de Nueva Jersey), presidente y miembro de mayor rango del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, enviaron un mensaje directo a los dirigentes libaneses: hagan progresos o se enfrentarán a sanciones.
Tras realizar múltiples viajes al país el año pasado, incluido uno con personal del Congreso, está claro que Estados Unidos sigue teniendo un papel de liderazgo vital que desempeñar no sólo para ayudar a Líbano a recuperarse de esta crisis histórica, sino también para reconstruir sus cimientos y convertirse en un país con un liderazgo político y financiero transparente y orientado a la reforma. Existe un consenso abrumador en la comunidad de responsables políticos, reflejado en la carta de los senadores y en un informe elaborado por veinte destacados expertos en política libanesa-estadounidense, sobre la necesidad de un nuevo marco internacional que incentive una mejor gobernanza en Líbano. Estados Unidos debe liderar este esfuerzo ahora, porque el Líbano está al borde del fracaso.
La prioridad para los líderes electos y los partidos políticos libaneses es la elección de un presidente orientado a la reforma y libre de corrupción, comprometido a atender las necesidades de la población. Esto debe ir seguido de la formación oportuna de un gobierno eficaz. Líbano lleva sin presidente desde Halloween. Estados Unidos debe utilizar todas las herramientas a su alcance, como pide la carta del Senado, para presionar a los dirigentes libaneses para que elijan a un presidente y formen un gobierno que pueda introducir las reformas que el país necesita tan desesperadamente. No hay tiempo que perder.
El sufrimiento del pueblo libanés es una trágica consecuencia de la corrupción de la élite financiera y política libanesa, que se benefició de un esquema Ponzi que ha dejado sin valor a la moneda del país y ha desencadenado una crisis en el sector bancario. Mientras tanto, los dirigentes electos de Líbano han retrasado la aplicación de las reformas previstas en el acuerdo a nivel de personal del Fondo Monetario Internacional (FMI), necesarias para desbloquear el apoyo del FMI para rehabilitar la economía del país. Estados Unidos ha dejado claro que el paquete del FMI es esencial tanto para la recuperación socioeconómica de Líbano como para el futuro apoyo de Estados Unidos y de la comunidad internacional. Como consecuencia de esta crisis, el 80% de la población libanesa, de 6,5 millones de residentes y refugiados, vive por debajo del nivel de pobreza. Los sectores educativo y sanitario del país están desatendidos a todos los niveles. La mayor universidad del Líbano, la Universidad Libanesa, ni siquiera tiene papel para administrar los exámenes. A medida que Líbano deriva hacia el estatus de Estado fallido, hay muchas posibilidades de que Estados Unidos se vea arrastrado a una tarea prolongada y cada vez más difícil para proteger los intereses estadounidenses en la región y contrarrestar la creciente invasión de Rusia e Irán.
La reforma del sector eléctrico es un ámbito en el que Estados Unidos puede mostrar un liderazgo que afecte concretamente a millones de libaneses. Ahora mismo, el pueblo libanés sólo recibe entre una y dos horas de electricidad al día debido a la corrupción y la incompetencia del sector eléctrico. Sin esta fuente vital de energía, la estabilidad económica será imposible y la vida de los libaneses se deteriorará.
El Acuerdo Energético Levantino, por el que se importaría gas egipcio y electricidad jordana a Líbano, es una importante solución promovida por Estados Unidos. Líbano tiene un papel igualmente importante que desempeñar, ya que el Ministerio de Energía debe contratar a una Autoridad Reguladora de la Electricidad (ERA) políticamente neutral y proponer un programa sostenible de recuperación de costes como condiciones necesarias para que el Banco Mundial apoye el proyecto. Esto es tanto más importante cuanto que Irán se ha dirigido a Líbano con una oferta de “regalo” de combustible para las centrales eléctricas libanesas a fin de evitar la complicación de las sanciones.
El apoyo a las Fuerzas Armadas Libanesas (FAL) sigue siendo uno de los pilares bipartidistas más sólidos del apoyo a Estados Unidos en Oriente Medio. Dada la merma de los salarios de los soldados debido a la crisis económica del país, el apoyo puntual a los medios de subsistencia que Estados Unidos está proporcionando a las familias de los militares de las FAL y de las Fuerzas de Seguridad Interna (ISF) en Líbano es crucial y viene de la mano de animar a los aliados de Estados Unidos a continuar con su apoyo. El apoyo constante a las FAL es esencial para que Líbano controle su propia seguridad y proteja su integridad territorial tanto frente a sus propios enemigos como frente a los de Estados Unidos.
Estados Unidos ha demostrado recientemente su indispensable liderazgo al facilitar el acuerdo sobre la frontera marítima entre Líbano e Israel, evitando así la amenaza de otra guerra. Estados Unidos tendrá que mostrar la misma determinación a la hora de liderar a la comunidad internacional, especialmente a sus socios de Europa y el Golfo, para presionar a los líderes electos de Líbano para que elijan a un presidente limpio, capaz y dispuesto a instituir las reformas necesarias que aborden las necesidades de Líbano. Si Estados Unidos puede priorizar ahora la respuesta al Líbano, podrá evitar un mayor deterioro que sólo tendrá como resultado un precio más costoso a pagar más adelante.