El Plan de Acción Integral Conjunto de 2015 (PJCPOA), también conocido como el acuerdo nuclear con Irán, se inclinó significativamente a favor de la República Islámica, ya que los líderes iraníes lograron obtener varias concesiones importantes de las potencias mundiales del P5+1.
Una de las más importantes estaba relacionada con los embargos de armas de la ONU contra Teherán. Al final de las negociaciones, la administración del presidente Hassan Rouhani, consciente del afán de la administración Obama por llegar a un acuerdo, presionó astutamente a la Casa Blanca para que hiciera un compromiso final: colocar una disposición en el PCJPOA que permitiera el levantamiento de los anteriores embargos de armas de la ONU contra Irán en relación con las armas convencionales y la tecnología de misiles balísticos.
De diciembre de 2006 a 2010, el Consejo de Seguridad de la ONU (UNSC) aprobó una serie de resoluciones que imponen restricciones significativas a las actividades de armas de Irán. La resolución 1929 de 2010 así lo dictó: “Irán no realizará ninguna actividad relacionada con misiles balísticos capaces de transportar armas nucleares, incluidos los lanzamientos que utilicen tecnología de misiles balísticos, y que los Estados adoptarán todas las medidas necesarias para impedir la transferencia de tecnología o asistencia técnica al Irán relacionada con esas actividades”. La prohibición también abarcaba una amplia gama de otros armamentos, incluida la artillería de gran calibre, los aviones de combate, los carros de combate, los vehículos blindados de combate, los helicópteros de ataque, algunos misiles y lanzamisiles y los buques de guerra.
Sin embargo, el régimen iraní obtuvo una importante victoria política cuando se añadió un plazo al PCJPOA que permitía el levantamiento del embargo de armas mediante dos cláusulas de extinción: la eliminación de la prohibición de las Naciones Unidas de que Irán dispusiera de armamento convencional al cabo de cinco años y de tecnología de misiles balísticos al cabo de ocho años.
Fue chocante que la Casa Blanca aceptara incluir una disposición tan apaciguadora y que tanto demócratas como republicanos se quedaran atónitos. John Boehner, entonces presidente de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos y el principal republicano del Congreso, declaró: “Me sorprende que la administración esté de acuerdo en levantar las prohibiciones de armas y misiles”. Del mismo modo, el senador Ben Cardin, el principal demócrata del Comité de Relaciones Exteriores del Senado en ese momento, dijo: “Es difícil para nosotros aceptarlo, así que solo queremos echarle un vistazo”.
Existen varios riesgos críticos si las potencias mundiales levantan el embargo de armas al establecimiento teocrático de Irán en octubre, como está previsto. En primer lugar, se permitiría a los dirigentes iraníes exportar e importar legalmente armamento avanzado que fortalecería los aparatos militares del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica.
Viendo la perspectiva de acuerdos multimillonarios, Rusia y China probablemente estarían más que dispuestos a vender armas a Teherán, poniéndolas en competencia para conseguir el mejor acuerdo. Por eso el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso declaró en marzo: “Se ha dicho en el Congreso que los Estados Unidos tratarán de convencer a Rusia y China de no vetar el proyecto de resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sobre la ampliación del embargo de armas a Irán. Pero no sirve de nada plantear este asunto en el Consejo de Seguridad. No hay motivos para ello. El plazo y las condiciones coordinadas en 2015 no están sujetos a revisión”.
La cuestión principal es que es poco probable que Rusia y China se preocupen por las consecuencias que sus posibles ventas de armas a Teherán tendrían sobre el terrorismo y la estabilidad regional. Es probable que el Irán utilice su acceso a armamento sofisticado para promover sus ambiciones hegemónicas en el Oriente Medio, aumentar su aventurerismo militar y enviar armas a sus apoderados y grupos de milicias, lo que desestabilizaría la región, aumentaría las tensiones y desencadenaría una carrera de armamentos.
El régimen iraní es el principal Estado patrocinador del terrorismo en el mundo y ya ha sido sorprendido en varias ocasiones contrabandeando armas a sus milicias y grupos terroristas, en violación de la resolución 2231 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que le impide transferir armas directa o indirectamente fuera de sus territorios sin la aprobación del Consejo. Por ejemplo, se ha revelado que Irán ha estado enviando armas y asesores militares a los rebeldes hutíes, ya sea directamente al Yemen o a través de Somalia.
Imaginen cuánto intensificaría Irán sus entregas de armas a las milicias si se levanta el embargo de armas al régimen. Además, lo más probable es que Teherán enviara equipos de inteligencia, militares y de entrenamiento para establecer fábricas en otros países con el fin de facilitar la venta y el uso de estas armas. Esto le daría a Irán la oportunidad de influir y controlar mejor la seguridad, la inteligencia y los sistemas políticos de las naciones extranjeras.
En conclusión, si el embargo de armas de las Naciones Unidas contra el régimen iraní se levanta, como está previsto, en octubre, tendría consecuencias drásticas para la seguridad y la estabilidad de la región.