El presidente turco Recep Tayyip Erdogan está cometiendo “horribles violaciones” contra la población civil en el norte de Siria, según un informe publicado el 30 de agosto en el periódico Al-Roeya de Abu Dhabi.
Como resultado de esas violaciones, un millón de civiles que viven en la zona, algunas partes de la cual están controladas por Turquía, se enfrentan a “una crisis humanitaria sin precedentes”.
Los analistas políticos árabes y los defensores de los derechos humanos que hablaron con Al-Roeya informaron que el régimen turco, hace aproximadamente un mes, cortó el suministro de agua a los residentes de la región, donde la temperatura en agosto alcanza fácilmente más de 39° centígrados (103° Fahrenheit). Es una medida, mencionaron, que “equivale a crímenes contra la humanidad”. Pidieron que se iniciara una investigación internacional sobre las violaciones y “crímenes” de Erdogan.
Los activistas políticos sirios señalaron que la “guerra sucia” de Erdogan es un castigo para los residentes de la ciudad porque viven bajo la administración de las Fuerzas Democráticas Sirias, que Ankara considera su enemigo.
Según la Agencia de Noticias Hawar (con sede en Al-Hasakah, Siria), las autoridades turcas controlan las zonas de Ras Al-Ayn y Tell Abyad desde el pasado mes de octubre. La zona incluye la estación de agua de Alouk, que solía abastecer de agua a la ciudad de Al-Hasakah y sus alrededores.
Desde la ocupación de Ras Al-Ayn, las autoridades turcas han dejado de bombear agua de la estación de Alouk ocho veces, lo que ha privado de agua a más de un millón de personas y amenaza con una catástrofe humanitaria en ese lugar, especialmente a raíz del brote del coronavirus.
El abogado y activista de derechos humanos sirio Khaled Ibrahim manifestó que el corte de agua a casi un millón de personas en la ciudad de Al-Hasakah se produce como continuación de las políticas hostiles de Ankara en el noreste de Siria.
Ibrahim señaló que la pandemia del coronavirus requiere medidas de higiene para evitar su propagación. “Los civiles están siendo castigados por Turquía, que está luchando contra las aspiraciones del pueblo sirio y cometiendo crímenes de guerra contra la humanidad”, añadió.
Los activistas de derechos humanos de la región, añadió Ibrahim, han estado documentando los crímenes turcos contra civiles para que las autoridades turcas rindan cuentas de sus delitos.
La analista política Mayyar Shehadeh indicó que Turquía está “echando gasolina al fuego y explotando el estado de debilidad en Medio Oriente para extender su influencia”.
Shehadeh añadió que el régimen de Erdogan está tratando de “coquetear con los musulmanes suníes de la región para que se sometan a su control y los utilicen en la guerra contra los chiítas y los kurdos”.
Señaló que, aunque la Unión Europea ha objetado las “provocaciones” de Erdogan, no ha tomado ninguna medida efectiva para impedir que continúe sus violaciones contra los civiles del norte de Siria.
El abogado egipcio y experto en derechos humanos Saeed Abdel Hafez explicó que las autoridades turcas de ocupación “siguen chantajeando a cerca de un millón de ciudadanos (de Al-Hasakah) cortando el suministro de agua, un crimen contra la humanidad que requiere una investigación urgente por parte de los órganos de las Naciones Unidas para proteger a los civiles”.
Otro informe del periódico panárabe Al-Quds Al-Arabi sobre la situación a lo largo de la frontera entre Turquía y Siria reveló que las tropas turcas han matado en los últimos años a 464 civiles sirios, entre ellos 59 mujeres y 87 niños menores de 18 años.
“Ankara ha pasado de la promesa de devolver a los sirios a su país a la de disparar a cualquier sirio que intente acercarse al muro de separación de la frontera entre Turquía y Siria”, según el informe.
“En los últimos meses han aumentado casi a diario los incidentes de violaciones, como palizas, insultos y discriminación racial, fuera del marco de la ley y de los tratados internacionales sobre los derechos de los desplazados. Los sirios son objeto de palizas e insultos, y al final de su período de detención son deportados a Siria, con la revocación de las tarjetas de protección temporal para los refugiados”.
El informe también reveló que los refugiados sirios retenidos en los centros de detención turcos no reciben ninguna comida en los dos días siguientes a su detención y se ven obligados a beber agua de los baños.
“Los guardias de la prisión se turnan para insultar a los detenidos cuando entran a la prisión. Los detenidos son golpeados por razones triviales, como mirar a los guardias. Además, hay informes recurrentes de que los soldados turcos roban las pertenencias y el dinero de los sirios desplazados atrapados en la frontera”.
Las violaciones de los derechos humanos de Erdogan contra civiles sirios se producen en medio de crecientes indicios de que Turquía está intensificando su participación en la guerra civil de Libia. Según algunos informes, Erdogan sigue ayudando a los “mercenarios” y a los milicianos sirios que se dirigen a Libia para participar en los combates entre las partes beligerantes de ese país. Ankara atrajo deliberadamente a elementos de la frontera siria hacia el territorio turco y luego hacia Libia para luchar junto con la milicia del Gobierno Libio de Acuerdo Nacional (GNA), según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos.
El General de División Ahmad Al-Mismari, portavoz del Ejército Nacional Libio (que lucha contra el GNA, que cuenta con el apoyo de Turquía), informó la semana pasada que las fuerzas armadas turcas están utilizando cuatro bases militares en Libia:
“Turquía tiene bases aéreas y navales en Misrata. Una de las mayores bases militares navales de Libia, Khoms, también está bajo el control de Turquía, así como la base aérea de Al-Watiya, donde las fuerzas aéreas turcas están desplegadas con su personal y equipo”.
En julio, Al-Mismari reveló que Turquía también estaba involucrada en el contrabando de mercenarios de Libia a Europa, concretamente a Italia. “Hay alrededor de mil sirios que huyeron a través de Zuwara y Sabratha hacia Europa”, continuó. Advirtió a Europa contra la escalada de la inmigración ilegal a través del Mediterráneo, e indicó que esta migración puede no ser inocente: puede haber elementos terroristas entre ellos que causen disturbios en Europa.
Recientemente, Al-Mismari acusó a Erdogan de “explotar la pobreza de algunos jóvenes sirios” para reclutarlos como mercenarios en la guerra civil de Libia.
El 5 de setiembre, el periodista egipcio Mohammed Musa reveló que los informes de inteligencia sugieren que Erdogan está involucrado con el grupo terrorista islámico Al-Qaeda “como parte de un plan para destruir la región y controlar sus recursos”. Los documentos de inteligencia obtenidos por Musa mostraron que Erdogan estaba en contacto con el grupo terrorista Ben Ali vinculado a Al-Qaeda, encabezado por Abdel Azim Musa Ben Ali.
Tras el anuncio del acuerdo de normalización entre Israel y los Emiratos Árabes Unidos, Erdogan amenazó con retirar a su embajador de Abu Dhabi en protesta por el acuerdo. “La medida contra Palestina no es un paso que pueda ser pisoteado”, afirmó Erdogan. Sin embargo, los civiles sirios sedientos cerca de la frontera con Turquía y las víctimas de la guerra civil en Libia no parecen preocuparse por el acuerdo entre Israel y los Emiratos Árabes Unidos. Las víctimas de Erdogan quieren que se le haga responsable de sus crímenes contra civiles inocentes.
Según Costas Mavrides, miembro chipriota del Parlamento Europeo y presidente del comité de la Unión para el Mediterráneo:
“En la moderna Turquía neo-otomana, los funcionarios del gobierno, incluido el presidente Recep Tayyip Erdogan y sus ministros, hacen declaraciones con total desprecio por el derecho internacional y de la Unión Europea mientras que las voces disidentes son silenciadas o perseguidas. El espíritu de conquista es dominante en la escena política turca moderna y en sus intervenciones regionales. Arraigada en la ‘ley de la espada’ otomana, o la idea de que el conquistador puede gobernar un país o territorio conquistado según sus deseos, Turquía ha vuelto a sus ambiciones otomanas”.