Desde los primeros días del programa nuclear militar iraní, éste se dirigió principalmente a Israel, al que el régimen revolucionario de Teherán considera un archienemigo al que hay que destruir por completo. A pesar de sus verdaderas intenciones, Irán ha presentado sistemáticamente su programa nuclear a lo largo de los años como diseñado “para uso pacífico”. Incluso cuando, en la segunda mitad de 2002, salieron a la luz los dos principales proyectos de Irán para obtener materiales fisibles para armas nucleares -la planta de Natanz para enriquecer uranio mediante centrifugadoras, y sus planes para construir un reactor plutogénico como planta de producción de agua pesada-, el régimen afirmó que ambas instalaciones estaban destinadas a la producción de energía como alternativas a la explotación de sus reservas de petróleo.
En 2003, Irán se vio obligado por primera vez a presentar sus proyectos nucleares desarrollados al Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) y a permitir el acceso de los inspectores del OIEA a todas sus instalaciones en las que se habían realizado actividades nucleares. También aceptó “desactivar voluntariamente” el enriquecimiento de uranio en Natanz. Sin embargo, simultáneamente, Irán estaba promoviendo en secreto el “Plan Amad”, un proyecto altamente clasificado, dirigido por Mohsen Fakhrizadeh, para desarrollar armas nucleares.
A principios de 2006, desafiando los graves hallazgos de los inspectores del OIEA en Irán que se reflejaban en los informes trimestrales del organismo, el régimen decidió reanudar el enriquecimiento de uranio en Natanz, aunque a una tasa inferior al 5%, que solo es suficiente para producir combustible nuclear para reactores de potencia. Las tensiones entre Irán y el OIEA aumentaron en la segunda mitad de la década, especialmente después de que se revelara que el régimen había creado una instalación subterránea de enriquecimiento de uranio en Fordow, una planta originalmente diseñada para enriquecer uranio para armas nucleares. Irán reconoció la existencia de la instalación en 2009. A finales de 2011, comenzó a enriquecer uranio a un ritmo del 20% con el pretexto de que el uranio con ese grado de enriquecimiento era necesario para producir combustible nuclear para el reactor de investigación de Teherán.
Israel llevó a cabo amplias actividades de inteligencia, en cooperación con Occidente (en particular con Estados Unidos), para poner al descubierto las actividades nucleares secretas de Irán. Esto no solo tenía el propósito de complementar la vigilancia regular del OIEA de las instalaciones nucleares bajo la égida de la Organización de Energía Atómica de Irán, que supuestamente estaban destinadas a fines civiles, sino también de presentar al OIEA información sobre las instalaciones iraníes que estaban operando dentro de un programa nuclear militar para que el OIEA pudiera exigir el acceso a ellas. Una contribución vital a este esfuerzo fue la entrega de un ordenador portátil iraní robado a la inteligencia estadounidense que contenía muchos detalles sobre el Plan Amad para que pudiera ser transmitido al OIEA. Pero la contribución de inteligencia más significativa fue el contrabando en 2018 de un vasto archivo nuclear iraní a Israel por parte del Mossad (el cuerpo de inteligencia israelí). El archivo contenía pruebas de que Irán había hecho grandes progresos en su desarrollo de armas nucleares.
Para desgracia del régimen de Teherán, todos los elementos de su programa nuclear fueron quedando al descubierto, por lo que se vio obligado a dar explicaciones al OIEA. Pero esas explicaciones se alejaron de los límites de la plausibilidad hasta el punto de ruptura. Por ejemplo, durante una visita de los inspectores del OIEA a Natanz en 2003, el régimen afirmó que las centrifugadoras de la instalación eran producto de la investigación y el desarrollo nacionales, pero pronto quedó claro que había adquirido tanto los conocimientos como los componentes para las centrifugadoras de Pakistán. Teherán también afirmó que el reactor de agua pesada que había construido estaba basado en un diseño iraní, pero resultó que el diseño fue creado por institutos de investigación rusos.
Las autoridades de Teherán también se dedicaron a arrasar las instalaciones que, según los servicios de inteligencia occidentales, formaban parte de su programa nuclear militar, antes de permitir el acceso de los inspectores del OIEA a los lugares. Sin embargo, a pesar de la demolición de las instalaciones, las muestras de suelo tomadas por el OIEA en los lugares contenían pequeñas cantidades de partículas de uranio, según las pruebas realizadas en el laboratorio del OIEA en Austria. Estos resultados indicaban que se había producido actividad nuclear en todos los emplazamientos.
En los primeros años de la década que comenzó en 2010, se iniciaron los contactos entre las potencias del P5+1 (Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Rusia, China y Alemania), la UE e Irán, con el objetivo de alcanzar un acuerdo que impidiera al régimen islámico desarrollar armas nucleares. El 14 de julio de 2015, las potencias del P5+1, la UE e Irán firmaron un acuerdo -el Plan de Acción Integral Conjunto, o JCPOA, por sus siglas en inglés- diseñado para limitar varios componentes del programa nuclear iraní según un calendario acordado. Un actor clave en el avance de este acuerdo fue la administración del presidente Barack Obama.
También se llevaron a cabo numerosas actividades contra el programa nuclear iraní. Entre ellas, el gusano informático Stuxnet, que debilitó muchas centrifugadoras en Natanz en 2010, así como el asesinato de varios científicos nucleares iraníes. El más reciente de ellos fue Fakhrizadeh, el padre del programa nuclear militar iraní, que fue asesinado a finales de 2020. Recientemente se han llevado a cabo ataques contra las instalaciones nucleares iraníes de Natanz y Karaj. Si bien se asume ampliamente que estos ataques han sido realizados por Israel, Estados Unidos o ambos en combinación, su procedencia sigue siendo ambigua.
Tras la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, decidió, en parte como respuesta a las revelaciones contenidas en la operación del Archivo Nuclear iraní, imponer sanciones a Irán que se intensificaron a lo largo de su presidencia. Irán, por su parte, comenzó a violar paso a paso el acuerdo JCPOA como acto de desafío a Trump. A principios de 2020 anunció que ya no estaba obligado a cumplir las restricciones del JCPOA. En 2021, Irán comenzó a enriquecer uranio al 60%, así como a producir uranio metálico, claros indicios de que su objetivo es producir armas nucleares.
A pesar de la intención de Joe Biden, expresada antes de asumir la presidencia de EE.UU., de llegar a un nuevo acuerdo con Teherán y los países asociados de la UE sobre la cuestión nuclear lo antes posible, la situación tal y como ha evolucionado desde que asumió el cargo es imprecisa hasta el punto de indicar una grave crisis. Esto se debe a las recientes y graves medidas adoptadas por Teherán, que constituyen una abrogación casi completa del acuerdo nuclear y que lo hacen avanzar enormemente hacia el estatus de Estado umbral nuclear; a la elección del archiconservador Ebrahim Raisi como presidente de Irán; y a los salvajes desmanes de las fuerzas de la Guardia Revolucionaria en el Golfo Pérsico, que han hecho de éste una zona peligrosa para navegar. En cuanto a Estados Unidos, la incompetencia de Biden ante la toma de Afganistán por parte de los talibanes pone en tela de juicio los tratos de su administración con Irán.
Los medios de comunicación, por su parte, afirman que Israel está preparando un movimiento militar contra el programa nuclear iraní. De ser cierto, no está claro si Jerusalén daría de hecho ese paso, sobre todo teniendo en cuenta que el nuevo gobierno de Israel busca la coordinación con la administración Biden.
Las ambiciones de Biden y de los países de la UE de llegar a un acuerdo con Irán son desconcertantes. El régimen iraní es esencialmente una banda criminal que pretende apoderarse de todo su entorno mediante la violencia. No se puede confiar en las palabras de los responsables de Teherán, porque utilizan la mentira y el engaño como armas. ¿Tiene sentido hacer negocios con esta gente?