Aunque todavía es demasiado pronto para determinar la viabilidad del alto el fuego en el sur, podemos decir definitivamente que Israel ha mostrado más allá de la sombra de una duda, que quiere que Hamás permanezca en el poder en la franja de Gaza, y que, al otro lado de la valla, después de numerosos ruegos para un alto el fuego, Hamás aceptó feliz y satisfactoriamente la decisión israelí. Esta vez, Hamás ha tenido la última palabra.
Desde marzo, Hamás ha dictado el ritmo de los acontecimientos en el sur, mientras que Israel ha mostrado moderación, buscando un mecanismo para dar a los residentes del sur otro año o dos de «silencio».
El fundamento israelí se basa en cuatro factores: el primero es la auto-disuasión fomentada por los generales de las FDI, que han presentado al gabinete con evaluaciones de pesadilla sobre la retoma de Gaza.
El segundo, es la preocupación por un grupo, aún más extremo que Hamás, que llene el vacío de poder si Hamás es derrocado.
El tercero, es el deseo de preservar la separación entre la franja de Gaza y Judea y Samaria, como prueba de que es imposible que Israel hable con los palestinos cuando los líderes de Fatah y Hamás ni siquiera pueden hablar entre sí.
El cuarto factor, es la delicada situación en la frontera norte, que es mucho más amenazadora y combustible y requiere más atención y disposición que Gaza.
Todo esto es razonable en sí mismo. No podemos, ni debemos, decir al estamento político que nos está llevando al abismo; eso no es cierto, por no hablar de vilipendios sin sentido, ciertamente de aquellos que han estado reclamando desde hace bastante tiempo que el primer ministro está siendo belicista para desviar la atención de sus investigaciones pendientes.
Con ello, no podemos ignorar algunos problemas serios y fundamentales, que están empeorando con el tiempo, ya que Israel evita quitarse los guantes cuando se trata de Hamás.
Hamás marca la pauta
El primer problema es la erosión de la efectividad operativa de las FDI. Es difícil entender cómo los grupos terroristas pueden lanzar descargas de cohetes masivos, bien puntuales y letales contra las armas sofisticadas, los sistemas de defensa de misiles y los sistemas de inteligencia en los que los contribuyentes invierten una fortuna cada año. Más que preocupante, esto es simplemente vergonzoso. Es seguro decir que Hamás está marcando la pauta, de manera convincente a las FDI.
El segundo problema es la incapacidad de desprenderse del paradigma arraigado en el que todo debe hacerse para evitar que Hamás sienta que está en peligro de perder el poder. Es difícil no reírse del absurdo anuncio del portavoz de las FDI sobre la destrucción de edificios y los “significativos” activos de Hamás, incluso cuando continuaron enviando un aluvión de fuego sobre nosotros. Esto también es vergonzoso más allá de la credibilidad. El panorama emergente es que simplemente somos irrelevantes para Hamás.
El tercer problema es la incapacidad para proporcionar seguridad, o una sensación de seguridad a los residentes israelíes del sur. Este es el problema más grave, y fomenta la desconfianza básica en los sistemas políticos y militares. Esto es corrosivo, y tiene consecuencias a largo plazo, no menos importante para los planes del gobierno de aumentar la población en el sur y para asentar el Negev. La situación hace que estos planes sean inmateriales.
Mensaje problemático a Irán
La cuarta y última cuestión es cómo Israel aparece a los ojos de sus otros enemigos, específicamente de Irán. ¿Qué deducen de todo lo que está sucediendo aquí? Ven un gobierno disuadido, un desventurado ejército, civiles viviendo sin seguridad. Esos enemigos están mirando felizmente y salivando. Esto les da una gran motivación para seguir desarrollando sus milicias terroristas en nuestras fronteras, en el marco de su estrategia de agotamiento prolongado. Esto es muy malo.
La decisión del gobierno de aceptar un cese al fuego con Hamás y buscar un acuerdo puede ser lógica, pero sus consecuencias, particularmente la aparente impotencia de las FDI, son vergonzosas y desconcertantes, y causan una gran confusión acerca de por qué estamos gastando tanto dinero cuando este es el resultado.
Y más allá de todo esto, nos preguntamos por qué expulsamos a miles de personas de sus hogares cuando esto es lo que recibimos a cambio.
Col. (res.) Ronen Itsik es un antiguo comandante en el cuerpo blindado y autor de “A Man in a Tank”.