El anuncio del presidente de Irán, Hassan Rouhani, de que podría retirarse de partes del Acuerdo Nuclear de 2015 es una admisión de Teherán de que la política de sanciones de la administración Trump está golpeando duramente a la República Islámica. Pero los iraníes no están dejando que todo se vaya por el desagüe. Podemos asumir que Teherán adoptó este enfoque después de no haber logrado romper el embargo petrolero y otras medidas que forman parte de la estrategia de “máxima presión” que Estados Unidos está empleando en su contra y Corea del Norte.
Un año después del discurso del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, en el que anunció que se retiraba del acuerdo, la impresión es que la cooperación semiabierta entre Israel y los Estados árabes sunitas moderados contra Irán, con el respaldo total de Washington, tiene como mínimo logró controlar los intentos del régimen iraní para difundir su influencia regional.
Arabia Saudita encabeza la coalición que lucha contra los rebeldes hutíes pro iraníes en Yemen; Israel está actuando obstinadamente contra los esfuerzos de Irán para afianzarse en Siria; y Estados Unidos está brindando el respaldo total de la superpotencia y está tomando medidas directas contra Irán a través de sanciones importantes.
La medida iraní, que se anunció en el primer aniversario de la retirada de Estados Unidos del acuerdo, demuestra el cambio en la política de Teherán. ¿Están empezando a soplar los vientos de la guerra? El jueves, Trump dijo: “Deberían llamar”, y los altos funcionarios de la administración destacaron su deseo de volver a las negociaciones, pero algunos artículos de opinión y análisis sobre el despliegue de más fuerzas estadounidenses en el Golfo Pérsico advirtieron que la política de Trump sobre Irán se estaba volviendo “peligrosa”, como escribió la revista Foreign Policy. ¿Lo es? Debemos recordar que se escribieron cosas similares en el punto más alto de la tensión entre Estados Unidos y Corea del Norte hace un año y medio. Desde entonces, Trump y el líder norcoreano Kim Jong Un se han reunido dos veces, a pesar de que las negociaciones reales avanzan por micrones.
Teherán sabe que Washington no quiere una guerra. Incluso el ministro de Relaciones Exteriores iraní, Mohammad Javad Zarif, admitió que, aunque afirmó que otros, como el primer ministro Benjamin Netanyahu, “quieren causar una”. El régimen ayatolá sabe que Trump ejerce la fuerza, pero más que nada quiere un legado que incluya acuerdos de paz históricos basados en los intereses estadounidenses, con Pyongyang, entre Israel y los palestinos y con Teherán. La pregunta es si los iraníes están dispuestos a pagar el precio.