Decenas de miles de misiles y cohetes amenazan a Israel, y podrían interrumpir sistemas vitales como la electricidad, el agua y las comunicaciones, causar daños en aeropuertos civiles y militares, y perjudicar gravemente a la población civil, una situación intolerable e inaceptable.
El enemigo más peligroso de Israel en nuestras fronteras es Hezbolá, que posee un arsenal de 120.000 a 150.000 misiles precisos y cohetes imprecisos, y puede lanzar cientos de misiles y cohetes cada día contra objetivos civiles y militares en Israel.
Creo que ha llegado el momento de planificar un ataque preventivo contra Hezbolá, iniciado por Israel en el momento oportuno. Para ello, Israel debe armarse con una gran cantidad de misiles tierra-superficie precisos, que destruirán los misiles y cohetes de medio y largo alcance de Hezbolá, especialmente peligrosos para nosotros.
A pesar de la fuerza de las FDI, y de su clara ventaja sobre sus enemigos, esto no garantiza que se evite la guerra.
Las razones por las que podría estallar la guerra con Hezbolá, a pesar de que la organización sabe que sufriría un gran golpe por nuestra parte (y todo el Líbano con ella) son varias y numerosas:
- Una orden de Irán, del que Hezbolá es un apoderado, que Hezbolá no podía rechazar.
- Un juicio equivocado de su líder, como le ocurrió a Nasrallah en la Segunda Guerra del Líbano (un error que él mismo admitió).
- razones internas: una lucha por el estatus de la organización dentro del Líbano, y consideraciones sociales (como la Primavera Árabe).
En uno de los puntos de inflexión más importantes de la Segunda Guerra Mundial, justo antes del ataque a Pearl Harbor, los oficiales japoneses declararon (tras el embargo de petróleo y materias primas impuesto por los estadounidenses) que “es mejor morir que sufrir una humillación”.
Cuando Sadat declaró en 1972 que era el año decisivo, por el que estaría dispuesto a sacrificar millones de soldados, altos funcionarios de Israel, incluidos destacados expertos en asuntos de Oriente Medio, afirmaron que se trataba de una “exageración oriental”. Como dice un conocido refrán: “El hombre árabe perdonará incluso la traición, pero no perdonará la humillación”.
Una de las conclusiones de la Guerra de Yom Kippur es que debemos interiorizar y recordar que quien ataca primero tiene ventaja e influencia en los resultados de la guerra. También debemos tener en cuenta que no habrá ninguna advertencia antes de que estalle una guerra con Hezbolá, ya que el tiempo entre que se da la orden y el lanzamiento de cientos de misiles de medio y largo alcance contra Israel será muy corto.
Para planificar un ataque preventivo contra Hezbolá, iniciado por nosotros en el momento oportuno, sugiero adquirir y poner en marcha un sistema de misiles superficie-superficie (SSM) de precisión, que nos permita destruir los misiles y cohetes de Hezbolá (con un alcance de 400-600 km.), desde la tierra y el mar, ayudados por una artillería precisa.
Lo que queda es comprar suficientes misiles de este tipo, que existen y se producen en Israel (no a costa del presupuesto de la fuerza aérea), que permitirán una respuesta rápida a cualquier tipo de provocación. Operar con precisión los SSM, así como otros medios, apuntando con antelación a objetivos identificados en el Líbano, utilizando un sistema eficiente de mando y control, permitirá un contraataque rápido, mortal y eficaz.
Me temo que EE.UU. nos dejará a nuestra suerte contra Irán y tendremos que operar en cuatro o cinco frentes al mismo tiempo: Irán, Hezbolá, Hamás, la intifada en Judea y Samaria y los israelíes-árabes.
Un ataque preventivo relacionado con el momento del ataque a Irán utilizando los SSM podría liberar a la fuerza aérea de la gestión de este duro frente, y le permitirá centrarse en atacar objetivos en Irán y proteger los cielos del país.
Quiero lanzar una advertencia sobre la necesidad de destinar un gran presupuesto a la compra de estos misiles. Una parte de este presupuesto debería destinarse a medios de detección y localización rápida de cohetes y misiles, y a sistemas de mando y control.
Me opongo al uso de grandes fuerzas terrestres contra Hezbolá en el Líbano, debido a las grandes pérdidas que sufrirían nuestras fuerzas (así como la población civil del Líbano). Como país tecnológico, tenemos herramientas mejores, más rápidas y más mortíferas para manejar a Hezbolá, en lugar de un asalto terrestre a gran escala y sangriento.
Además, estimo que las fuerzas terrestres serán necesarias para misiones igual de importantes. Serán necesarias para defender las fronteras de Israel con Líbano y Siria, contra los intentos de infiltración de los comandos de Hezbolá que intentan atacar nuestros asentamientos en el norte; sofocar la intifada -si estalla una- en la zona de Judea y Samaria y en Israel; actuar contra Hamás en Gaza; y reforzar la defensa civil y del frente interno.
Además, se harán preparativos para evacuar temporalmente a los civiles que viven en los asentamientos cercanos a la valla, a unos cinco kilómetros de la frontera libanesa, ya que neutralizar los cohetes móviles de corto alcance y los morteros sería más complicado de otro modo.