Un ataque de Israel reportado el miércoles en Siria fue, según informes de medios extranjeros, una clara señal de que a pesar de los cambios estratégicos en la región, Israel continuará apegándose a su política declarada de evitar que Irán se atrinchere militarmente en el país devastado por la guerra, y evitando que Teherán arme a Hezbolá, su representante regional, con armas avanzadas.
El ataque del miércoles, que, según informes, estaba dirigida a varios líderes de Hezbolá, así como a depósitos de municiones iraníes cerca de Damasco, fue la mayor redada desde el incidente del 17 de setiembre, en el que un avión de reconocimiento ruso fue derribado por las defensas de Siria después de un ataque aéreo israelí.
Rusia estaba furiosa por la operación del miércoles, diciendo que el ataque puso a los aviones civiles en peligro, pero los medios de comunicación extranjeros han citado a funcionarios anónimos que dicen que los rusos fueron informados antes de la redada a través de la línea telefónica operativa que las fuerzas israelíes y rusas mantienen respecto de Siria.
Si esto fue realmente el trabajo manual de la Fuerza Aérea de Israel, el castigo de Rusia probablemente esté destinado a varios oídos: primero, a los sirios, quienes deben preguntarse por qué Moscú permite que Israel continúe operando libremente en su espacio aéreo; segundo, para los líderes cercanos y lejanos, con el objetivo de reafirmar el estatus de Rusia como la superpotencia dominante en el Medio Oriente; y tercero, y lo más importante, para Israel, que nuevamente se enteró de que el Kremlin ya no está dispuesto a cerrar los ojos ante tales operaciones y puede, en el futuro, traducir su desaprobación en varias medidas sobre el terreno.
El reclamo ruso de que las defensas aéreas sirias interceptaron la mayoría de los misiles de la IAF deberían, como de costumbre, tomarse con pinzas. Las defensas aéreas sirias lanzaron docenas de misiles a sus objetivos, por lo que es razonable suponer que tuvieron al menos algo de éxito, pero la afirmación general de Moscú probablemente esté motivada por un esfuerzo por demostrar que los sistemas de defensa de misiles S-300 de Rusia proporcionaron a Siria, son superiores a los sistemas de defensa estadounidenses.
Esto es un forcejeo entre las superpotencias, en el que Israel es simplemente una prenda, un forcejeo sin golpes, de medias verdades. Esto ha creado una delicada ecuación que requiere que Israel se mueva con cautela entre las líneas, especialmente dada la decisión del presidente estadounidense, Donald Trump, la semana pasada de retirarse de todas las tropas estadounidenses de Siria.
Sin duda, Israel tendrá que contrarrestar los movimientos de Irán y Hezbolá en el futuro, quizás incluso en un futuro muy cercano. Moscú ya no simpatizará con esa acción y le corresponde a Israel no escatimar esfuerzos para fomentar los entendimientos necesarios para evitar errores, y especialmente para evitar una situación en la que un movimiento ofensivo se convierta en un problema estratégico.
Esto no es imposible, y parece que Israel todavía puede mantener el margen operativo necesario, siempre y cuando mantenga la prudencia y se involucre en acciones selectivas, como lo ha estado haciendo en los últimos meses.
Mientras tanto, las tensiones crecientes con Siria son compensadas por una calma relativa en la frontera entre Israel y el Líbano, ya que la operación de Israel contra los túneles parece estar llegando a su fin.
La Operación Escudo del Norte, lanzada el 4 de diciembre con el objetivo de detectar y destruir una red de túneles terroristas de Hezbolá que serpentean bajo la frontera, ha desenterrado hasta el momento cinco pasajes subterráneos que violan el territorio israelí.
Los oficiales de defensa creen que la operación se completará en dos semanas, momento en el que las FDI volverán a centrar su atención en completar la nueva valla fronteriza y, sin duda, Hezbolá intentará compensar sus pérdidas ideando nuevas formas de “conquistar Galilea” en la próxima guerra.
Las FDI están convencidas de que Hezbolá no perderá más recursos en la excavación de túneles, sino que buscará nuevas formas de desafiar a los militares israelíes en el sector norte.
Una de las cosas a tener en cuenta es si el grupo terrorista chií acelerará su programa de desarrollo de misiles de precisión en el Líbano, algo que causaría un aumento de las tensiones en el sector y que incluso podría desencadenar otra guerra.
Esta posibilidad, de concretarse, debe encontrar a Israel totalmente preparado, tanto militar como diplomáticamente; lo que significa que también debe garantizar que tiene legitimidad internacional para actuar. Esta es otra razón clave para resolver, o al menos minimizar, los desacuerdos en curso con Rusia.