Las prisas por imponer un alto el fuego están creando un conflicto inevitable entre el gobierno de Israel y la administración del presidente estadounidense Joe Biden. Los estadounidenses, empujados por varios jefes de gobierno de Europa y por los países árabes, han decidido implicarse y anunciaron ayer el envío de un enviado especial a la región, aunque a bajo nivel, seguido de llamadas telefónicas entre el ministro de Asuntos Exteriores de Israel, Gabi Ashkenazi, y el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, y, sobre todo, entre Biden y el primer ministro Benjamin Netanyahu.
Biden, que como se recordará no se apresuró a estar en contacto con Netanyahu tras ser elegido, inició la llamada y, según su anuncio, pidió un rápido alto el fuego. Aunque Biden subrayó que esperaba que la escalada en la Franja de Gaza terminara lo antes posible, afirmó que Israel tenía derecho a defenderse cuando se le disparaban misiles. Netanyahu agradeció a Biden el respaldo de Estados Unidos al derecho de Israel a la autodefensa, pero también dijo que Israel seguiría actuando para destruir las capacidades militares de Hamás y de las demás organizaciones terroristas que operan en la Franja de Gaza. En otras palabras, Netanyahu rechazó la demanda estadounidense.
Según fuentes diplomáticas, se está ejerciendo una fuerte presión sobre Israel para que no dispare. La presión recae principalmente en Ashkenazi y en el ministro de Defensa, Benny Gantz, y se deriva sobre todo de los gritos de angustia de Hamás. Netanyahu, Ashkenazi y Gantz presentan un frente unido que se opone al alto el fuego. Una alta fuente diplomática dijo que la oposición durará hasta que “Hamás sufra un golpe especialmente duro, entienda que todos y cada uno de los jefes de sus armas militares son un objetivo, todo el tiempo, y no solo durante una ronda general de combates, y que Israel se reservará el derecho de atacar cualquier armamento de cualquier tipo, incluso después de que la batalla haya terminado”. La fuente esbozó así la condición que presentará Israel en las negociaciones, que podrían haber comenzado ya: ninguna limitación a los ataques israelíes contra el armamento.
El objetivo: un duro golpe al arsenal de cohetes
Varios medios de comunicación de los países árabes han informado de que una delegación egipcia se encuentra ya en Israel. Esta información no ha sido verificada y probablemente sea incorrecta. No obstante, existe una comunicación estrecha y directa entre las oficinas del ministro de Asuntos Exteriores y del primer ministro con sus homólogos en Egipto sobre este asunto.
Sin embargo, el admirable frente unido puede desmoronarse, y la cuestión es si esto ocurrirá en dos días o en una semana. Los objetivos militares son asestar un golpe lo más duro posible al arsenal de cohetes de Hamás, que se cuentan por miles. Hasta ahora, se han lanzado unos 1.600 cohetes y se han destruido algunos cientos. El objetivo no es la destrucción de todo el arsenal, sino golpear con fuerza los centros de producción y a los altos cargos que los dirigen, y esta operación está en su punto álgido. La muerte de la cúpula de la operación de I+D de Hamás en el día de ayer, junto con varios altos mandos, fue un duro golpe para la organización, aunque está lejos de ser crítico. Otro objetivo de las FDI son los peligrosísimos misiles antitanque Kornet que posee Hamás y que no se fabrican en la Franja de Gaza. El objetivo es destruir el mayor número posible de estos sistemas.
Un punto importante es que las FDI están atacando con todas sus fuerzas a los jefes del ala militar de Hamás, en particular a Mohammed Deif, responsable del actual estallido y que cambió la dirección de los dirigentes de Hamás, que en los últimos dos años han actuado para mejorar la situación económica. Esta mañana se han bombardeado varios emplazamientos del ala militar de Hamás, incluidos los refugios, y la opinión en Gaza es que el objetivo era Deif.
Esta solución militar pretende encubrir la falta de decisión de los dirigentes políticos de Israel para derrocar al régimen de Hamás en la Franja de Gaza, aunque todos los servicios de inteligencia de Israel son unánimes en que mientras Hamás esté en el poder, Israel está bajo una amenaza estratégica en partes considerables de su territorio, y que Hamás puede perturbar la vida en Israel todo lo que quiera. El sistema Cúpula de Hierro proporciona una protección excelente, si no hermética, pero la vida cotidiana de los ciudadanos de Israel depende del capricho de Hamás.