El impacto de la invasión rusa de Ucrania resonará en todo el sistema internacional durante años y posiblemente durante décadas.
Aunque la península de Corea se encuentra en el lado opuesto del continente, las perspectivas de guerra y paz se ven afectadas por los continuos combates en el Donbás. ¿Cómo ha cambiado la guerra el entorno de seguridad de la República de Corea y qué puede deparar el futuro para la geopolítica del noreste de Asia?
Las guerras siguen ocurriendo
El mayor legado de la guerra entre Rusia y Ucrania es que, aparentemente, los países siguen invadiéndose unos a otros con grandes ejércitos mecanizados en un esfuerzo por conquistar territorio e imponer resultados políticos.
Gran parte del acuerdo posterior a la Guerra Fría -y, de hecho, gran parte de la segunda mitad de la Guerra Fría– parecía sugerir que esas guerras eran cosa del pasado. Ahora parece que esto era demasiado optimista. Si Rusia consigue retener aunque sólo sea una parte de Ucrania, podría sentar un precedente para otras guerras posteriores, incluida una solución territorial diferente en la península de Corea.
Masa y maniobra
La guerra de Rusia contra Ucrania ha sido testigo de numerosas y profundas innovaciones tecnológicas, pero también ha demostrado que los aspectos centrales del moderno sistema militar de armas combinadas siguen siendo sólidos. La infantería, los blindados y la artillería han desempeñado hasta ahora papeles fundamentales en el conflicto, y la artillería parece haber recuperado la primacía que tuvo en la Primera Guerra Mundial. Aunque es indudable que Corea del Norte ha permitido que su ejército convencional decaiga, aún conserva enormes inventarios de artillería y tanques y un enorme brazo de infantería.
Las perspectivas que consideraban que las ofensivas masivas de armas combinadas eran cosa del pasado tienen que contar al menos con la existencia continuada del ejército de Corea del Norte.
La nueva situación estratégica
La vecindad de Corea también ha cambiado. Aún no conocemos el resultado de la guerra de Rusia contra Ucrania, pero sí sabemos que Rusia ha quedado efectivamente fuera de muchos de sus tradicionales teatros de operaciones en Occidente. El Báltico es ahora un lago de la OTAN. La maltrecha Flota del Mar Negro puede enfrentarse a un desgaste adicional antes de que acabe la guerra, e incluso podría perder su base de Sebastopol. La adhesión de Finlandia a la OTAN ha sometido a las bases rusas del Ártico a una vigilancia aún más estricta por parte de la Alianza. Todo ello podría obligar a Rusia a reorientar su atención militar y estratégica hacia el Pacífico. Peor aún, la aparentemente estrecha relación entre Moscú y Pyongyang podría conducir a una cooperación más amplia para revitalizar la economía norcoreana y hacer más letales sus fuerzas convencionales. Por supuesto, una relación de este tipo tardaría algún tiempo en fructificar, dadas las dificultades de Rusia en Ucrania, pero abre un espacio para el régimen de Pyongyang.
La ecuación nuclear
La guerra también puede cambiar la ecuación nuclear en la península coreana. No es ningún secreto que el ataque de Rusia a Ucrania ha desestabilizado el régimen mundial de no proliferación, al representar un ataque directo de una potencia nuclear a una potencia no nuclear que había renunciado a sus activos nucleares a cambio de amplias consideraciones de seguridad. Además, las diversas amenazas nucleares de Rusia han reabierto el debate sobre la lucha nuclear táctica. En estas condiciones, no resulta sorprendente encontrar voces en Corea y en Estados Unidos que abogan por un replanteamiento de la política de la RDC en materia de armamento nuclear. El desarrollo de armas nucleares representaría un paso monumental para Seúl, con repercusiones en toda la región, pero es posible que Seúl sienta la necesidad de seguir adelante con un programa nuclear si considera que la garantía de seguridad de Estados Unidos se ha debilitado.
¿Y ahora qué?
Quizá sea excesivo afirmar que la guerra entre Rusia y Ucrania lo ha cambiado todo en todas partes. Sin embargo, la seguridad de los sistemas internacionales sigue estando profundamente entrelazada; cuando la guerra pone en tensión una red de relaciones en una parte del mundo, se deja sentir en el resto del globo. El noreste asiático aún no ha sufrido muchos de los efectos que la guerra ha tenido en Europa, como la inflación y la escasez de energía.
Sin embargo, el conflicto ha redefinido la forma en que Seúl se desenvolverá en su entorno de seguridad.