El jefe del politburó de Hamás, Ismail Haniyeh, llegó a Moscú el 10 de septiembre a la cabeza de una alta delegación del grupo terrorista para mantener conversaciones con funcionarios rusos. Los analistas especulan con que la invitación de Moscú a Hamás, al igual que una anterior en mayo, pretende enviar un mensaje de descontento a Israel.
“Los rusos suelen utilizar las reuniones con Hamás para señalar su descontento con Israel, tal vez en relación con Ucrania”, dijo a JNS Hillel Frisch, investigador principal del Instituto de Estrategia y Seguridad de Jerusalén (JISS).
Un aspecto destacable de la reunión de mayo es que se produjo un mes después de que el primer ministro de Israel, Yair Lapid, entonces ministro de Asuntos Exteriores, acusara a Rusia de crímenes de guerra en Ucrania, concretamente en relación con supuestas atrocidades cometidas fuera de Kiev. En cuanto a la reunión actual, Frisch dijo que no estaba claro qué es lo que Rusia puede haber encontrado objetable en las declaraciones o acciones israelíes.
Anna Geifman, investigadora principal del departamento de ciencias políticas de la Universidad de Bar-Ilan, dijo a JNS que podría tratarse de una advertencia general, una forma de que Rusia diga a Israel que si da un “paso en falso” reforzará las relaciones con los actores hostiles de la región. “El mensaje puede ser: ‘Si te conviertes en nuestro enemigo, nos ocuparemos de tus enemigos’“, dijo.
Para Geifman, lo importante es que esto no es algo nuevo. “Los rusos siempre han jugado la carta antiisraelí, o antioccidental, cuando les ha convenido, desde los tiempos de la Unión Soviética. Siempre han hablado con los terroristas. Ni siquiera se trata de hablar, sino de colaborar”.
Tras señalar que la Unión Soviética creó escuelas especiales para formar a los terroristas, Geifman dijo que no ha cambiado mucho a pesar de los 25 años de “supuesta democracia”. “Puedes llamarlos como quieras. Quizá no sean soviéticos, pero si actúan según los mismos patrones de siempre, son los mismos malos actores de siempre”.
Otra razón para el abrazo ruso a Hamás es que sus opciones en términos de diplomacia internacional se han reducido, ya que Rusia se ha convertido en un “paria” en la escena mundial con su invasión de Ucrania. “El presidente ruso Vladimir Putin no tiene a nadie que quiera jugar con él. Así que está encantado de invitar a cualquiera. Y, como es lógico, va a ser alguien con quien nadie quiere jugar tampoco”, dijo Geifman.
Jonathan Schanzer, vicepresidente senior de investigación de la Fundación para la Defensa de las Democracias (FDD), con sede en Washington, coincidió en que esto explica en parte las acciones de Moscú. “Estamos ante un gobierno que quiere demostrar su capacidad de comprometerse diplomáticamente en todo el mundo, en medio de una batalla en curso en Ucrania”, dijo a JNS.
“Tal vez sea un acto de desesperación, un esfuerzo de Putin para tratar de buscar algo de legitimidad, o para demostrar que todavía es un líder mundial que está en demanda, pero ciertamente me parece una elección extraña dado que no es como si Hamás pudiera proporcionar legitimidad”, agregó. “Ese es parte del contexto, pero yo diría que este movimiento es un intento muy deliberado de demostrar que hay una alianza creciente que está tomando forma en todo el mundo”.
Parece que Putin está construyendo un eje de gobiernos y entidades afines, dijo Schanzer. “Realmente parece que está trabajando para crear un nuevo eje revisionista que ya incluye a los iraníes, incluye potencialmente a China e incluye a Corea del Norte. La cuestión es si se trata de un esfuerzo por legitimar y reclutar a Hamás para que forme parte de esa coalición más amplia. ¿O se trata de un espectáculo, o de algo totalmente distinto? La conclusión es que no hay un interés mutuo claro entre estos dos actores. Rusia no tiene intereses muy claros en relación con la Franja de Gaza”.
Y añadió: “Es un poco chocante que un líder ruso que está en gran medida aislado en la escena mundial y que busca nuevas formas de comprometerse parezca estar legitimando y elevando a Hamás con esta reunión”.
Schanzer también estuvo de acuerdo en que Rusia puede pretender que la reunión sea una señal de desaprobación para Israel. “Tal vez haya una escalera de escalada que Putin está subiendo: ‘Si sigues difamándome diplomáticamente, esto es lo que vas a obtener a cambio’“.
En cuanto a una reacción israelí, espera que, si la hay, sea “por canales privados”, dado el cuidado con el que han actuado los israelíes debido a la presencia de Rusia en Siria. Si Rusia promete a Hamás algo en términos de armamento, la reacción israelí podría cambiar, dijo, pero ve ese escenario poco probable dado que Rusia no está en una posición en la que tenga armas de sobra.
Geifman coincidió: “Israel tendrá que tener cuidado sobre todo por los rusos en Siria. Israel debe tener mano libre allí en la medida de lo posible a causa de Irán y Hezbolá. Y no creo que Rusia vaya a invertir en Hamás. Y aunque les den armas, no serán armas buenas”.