En medio del caos político que atraviesa Israel, la izquierda se erige como una fuerza aparentemente triunfante, pero su éxito encubre un oscuro legado que amenaza con debilitar la democracia y profundizar la polarización en la nación.
A través de maniobras astutas y la explotación de la desesperación pública, la izquierda ha logrado socavar la autoridad del primer ministro Benjamin Netanyahu y poner en jaque el futuro político del país, sembrando dudas sobre el verdadero alcance de sus ambiciones y su compromiso con la estabilidad y el progreso.
El golpe que nunca fue
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha dejado de lado la posibilidad de reformar el politizado sistema judicial de su país después de enfrentarse a un creciente descontento público.
Aunque afirmó que “retrasaría la reforma judicial para permitir un debate abierto”, lo cierto es que, en términos de reforma judicial, Netanyahu ha bajado los brazos y ondeado la bandera blanca. Este hecho podría costarle el apoyo tanto de sus seguidores como de sus detractores, complicando su permanencia en el poder.
El triunfo ficticio de la resistencia anti-Bibi
El anuncio ha sido celebrado por izquierdistas políticos alrededor del mundo, incluida la administración Biden y organizaciones judías liberales. Pero la idea de que un “levantamiento popular” detuvo un supuesto golpe de Netanyahu y sus aliados es pura ficción.
En realidad, la izquierda cultural ha demostrado su capacidad de veto sobre los resultados de elecciones democráticas, convirtiendo a Israel de una democracia en una juristocracia. Esta situación podría llevar a los votantes a concluir que su voz no importa y que la participación política es inútil.
Errores que llevaron a la derrota
Netanyahu y sus socios de coalición cometieron varios errores en las últimas semanas. Estaban demasiado obsesionados con conseguir una postura más dura de Occidente hacia Irán, descuidando asuntos internos urgentes.
Además, subestimaron a sus oponentes, quienes no dudaron en incendiar el país, desestabilizar la economía y debilitar la defensa nacional con tal de derrocarlo.
El precio de la victoria
Las acciones de la oposición han tenido un efecto significativo en el prestigio internacional de Israel, dando a Estados Unidos licencia para interferir en su política interna en cuestiones ajenas a la tierra o las conversaciones de paz.
Los críticos de Netanyahu, intencionadamente o no, han reforzado los argumentos de aquellos que cuestionan el estatus democrático de Israel.
Un futuro incierto
El pueblo israelí deberá tomar sus propias decisiones sobre su futuro, ya sea mediante elecciones pacíficas o mediante revueltas violentas que derroquen gobiernos y eliminen las mayorías en la Knesset. En lugar de proteger a Israel de fuerzas autoritarias, los manifestantes han sentado un precedente que pondrá en apuros a gobiernos de todo signo en el futuro y sacudirá los cimientos de la democracia israelí. Aún no está claro si este daño podrá ser reparado.