Como judíos e israelíes, estos días son nada menos que extraños. Irán, un Estado terrorista que está detrás de un eje del mal mundial, vuelve a reírse de los demás. Es difícil ver cómo Estados Unidos y Europa intentan amablemente llegar a un acuerdo con Teherán a costa de una amenaza existencial para Israel.
Los murmullos en Europa de dar a Irán una oportunidad para aprovechar las negociaciones junto con la ambigüedad estadounidense hacia Israel en este asunto son una señal de advertencia para Jerusalén. La eliminación de las sanciones hará que miles de millones de dólares entren en las arcas de la Guardia Revolucionaria para la transformación del país en un estado nuclear. No menos peligroso, aumentará su confianza antes de la acción militar contra Israel en múltiples frentes.
La próxima guerra en nuestro frente norte no será una “Tercera Guerra del Líbano” sino la “Primera Guerra de Irán”. Los iraníes están planeando golpear a Israel en seis frentes: Líbano, Siria, la Franja de Gaza, Judea y Samaria, internamente con la ayuda de algunos árabes israelíes, y mediante el uso de misiles de largo alcance de Irán y Yemen. Será una guerra convencional, pero no será ni mucho menos sencilla.
Hasta la fecha, Irán ha logrado establecer un eje del mal regional mediante la creación de un anillo de divisiones armadas alrededor del Estado de Israel.
En la práctica, Teherán está trabajando hacia el tipo de guerra con el que se siente cómodo, es decir, lejos de sus fronteras. Cientos de miles de misiles iraníes están dispersos en las fronteras de Israel, y se lanzan de vez en cuando de acuerdo con los intereses de Teherán.
El modelo de trabajo iraní consiste en construir una red de seguridad en forma de Hezbolá, la Yihad Islámica y otras organizaciones terroristas.
Cambiar la ecuación
Por tanto, ha llegado el momento de cambiar la ecuación. Por cada misil que se lance desde el Líbano, la dirección debe ser Teherán. Los días de inmunidad de Irán han terminado. Tienen que pagar un precio en casa, en Teherán, y en cualquier otro lugar que aprecien.
Por eso las conversaciones de Viena no cuentan con la historia de Irán. La cuestión no es si Irán obtendrá o no armas nucleares. Se trata de un Estado terrorista que aspira a expandirse y dominar el mundo mediante la diezmación de la cultura occidental. Por desgracia, Occidente siempre es el último en enterarse.
Como funcionario público y ciudadano israelí, personalmente no puedo mirar desde la barrera. El sábado partiré hacia Estados Unidos para intentar despertar a Washington de su estupor. Me embarcaré en una campaña de diplomacia pública en el marco de la cual me reuniré con altos cargos del Congreso estadounidense, líderes de opinión y periodistas. Cada uno de nosotros debe hacer todo lo posible para influir en la situación. La ventana de la oportunidad puede cerrarse pronto por completo.