Vladimir Putin ha invadido Ucrania, un momento escalofriante que pide a gritos una respuesta dura. Afortunadamente, el presidente de Estados Unidos ha desplegado su habitual lengua de plata.
“El mundo pedirá cuentas a Rusia”, dijo anoche Joe Biden. “Seguiré la situación desde la Casa Blanca esta noche y seguiré recibiendo actualizaciones periódicas de mi equipo de seguridad nacional”.
Cockburn casi se derrumba por el poder retórico de esa declaración. Es una maravilla que los tanques rusos no den marcha atrás y vuelvan a cruzar la frontera. Cockburn entiende que se trata de una situación peligrosa que exige delicadeza y previsión. Pero, ¿era realmente lo mejor que podía hacer el líder del mundo libre?
Ahora contrasta la declaración de Biden con el claro lenguaje del primer ministro británico Boris Johnson. “Ucrania es un país que durante décadas ha disfrutado de libertad y democracia y del derecho a elegir su propio destino”, dijo Johnson. “Nosotros y el mundo no podemos permitir que esa libertad se apague sin más. No podemos y no miraremos hacia otro lado”. Johnson añadió: “Si los meses que se avecinan son sombríos y la llama de la libertad arde poco, sé que volverá a brillar en Ucrania”.
Boris ha estado esperando toda su vida un momento Churchilliano, lo que puede explicar su retórica de alto vuelo aquí. Aun así, Cockburn no pudo evitar sentirse inspirado por su discurso. También superó a Biden en el departamento de lingüística el presidente francés Emmanuel Macron, que pronunció: “Responderemos a este acto de guerra sin debilidad, con sangre fría, determinación y unidad”. Incluso Ursula von der Leyen, de la Unión Europea, que no es un organismo conocido por su acción decisiva, reunió un duro “Condenamos este ataque bárbaro, y los cínicos argumentos utilizados para justificarlo”.
En cuanto a las menciones deshonrosas, Cockburn elige a Xi Jinping de China, cuya portavoz Hua Chunying dijo anoche: “Pedimos a todas las partes que ejerzan la moderación para evitar que la situación se salga de control”, como si los aviones rusos no estuvieran ya bombardeando ciudades ucranianas. “Esta es quizás una diferencia entre China y ustedes los occidentales”, se jactó. “No nos apresuramos a llegar a una conclusión”. Otra diferencia es que Hua es una marioneta descerebrada de un régimen totalitario loco, mientras que a los occidentales se les permite creer a sus propios ojos mentirosos cuando ven la televisión.
En medio de esta agresión del Kremlin, todos tendremos papeles que desempeñar. Cockburn ya está planeando renunciar al vodka Smirnoff, un sacrificio casi impensable que podría poner de rodillas a toda la economía rusa. Para Biden, significará, entre otras cosas, ponerse a la altura del momento, aunque tenga que echar mano de un tesauro.
Cockburn es el seudónimo de un columnista que perpetra artículos cáusticos en Spectator World.