Parece que la amenaza más grave para la seguridad nacional de Israel en 2021 y quizá en los próximos años es el Líbano. Aunque las Fuerzas de Defensa de Israel y Hezbolá han establecido una disuasión mutua, los funcionarios de seguridad de Jerusalén estiman que el riesgo de una escalada va en aumento porque los acontecimientos tácticos podrían cambiar la dinámica.
El Líbano está atravesando una grave crisis socioeconómica que tiene también componentes étnico-políticos. Aunque la organización terrorista Hezbolá forma parte del gobierno libanés, opera de forma independiente y no asume la responsabilidad de lo que ocurre en el país. Tiene sus propios combatientes y armas y recibe apoyo de Irán. Y aunque el grupo terrorista no se ve completamente afectado por la crisis, sigue reforzando sus capacidades militares.
La suposición predominante entre los funcionarios de seguridad de Israel es que el caos libanés puede impedir que Hezbolá emprenda acciones violentas contra Israel, pero la historia ha demostrado que una crisis de este tipo puede unir a los rivales para enfrentarse a un enemigo externo común.
El líder terrorista de Hezbolá, Hassan Nasrallah, ha creado en los últimos años una especie de discurso de sangre por sangre, amenazando con tomar represalias contra cada ataque israelí en Líbano. También ha prometido tomar represalias si un ataque atribuido a Israel en suelo sirio inflige daños a los operativos de Hezbolá en el país.
En julio de 2020, cuando un operativo de Hezbolá murió en Damasco durante un ataque atribuido a Israel, Nasrallah prometió vengar su muerte. Las FDI estuvieron en alerta durante más de 100 días, pero a pesar de varios intentos, Hezbolá no pudo llevar a cabo un ataque con éxito.
En los últimos 12 meses, las FDI se han mostrado cada vez más preocupadas por una posible escalada debido a los repetidos ataques con cohetes desde Líbano, el más reciente durante el conflicto de 11 días con Hamás. La mayoría de los incidentes han sido obra de organizaciones palestinas en el Líbano, probablemente estacionadas en campos de refugiados en torno a la ciudad meridional de Tiro, pero el incidente más grave se produjo a principios de agosto, cuando grupos palestinos lanzaron tres cohetes desde el Líbano hacia Israel y las FDI respondieron con fuego de artillería, seguido de un ataque de aviones de combate cerca de la localidad libanesa de Aaichiyeh.
Dos días más tarde, Hezbolá se erigió en protector del Líbano y lanzó 19 cohetes contra Israel, la cifra más alta desde la Guerra del Líbano de 2006. Deseando evitar una escalada, las FDI optaron por no tomar represalias utilizando de nuevo aviones de combate, sino solo con artillería. Esta decisión impidió una mayor escalada, que podría haber provocado varios días de combates.
Hezbolá cuenta con más de 70.000 cohetes de diverso alcance. También tiene decenas de miles de proyectiles de mortero. Algunos de los cohetes pueden alcanzar un objetivo con una precisión de varios metros. Todo esto es una fuente de gran preocupación para las FDI.
Los militares israelíes estiman que Hezbolá dispone de un centenar de municiones guiadas de precisión, así como de la capacidad de producir más a escala industrial. A los funcionarios de seguridad nacional israelíes les preocupa que si los esfuerzos de Hezbolá en este frente tienen éxito, el equilibrio de poder con Israel cambiaría drásticamente.
Los altos funcionarios de seguridad y los legisladores han debatido a menudo si la amenaza de las municiones guiadas de precisión procedentes del Líbano justifica un ataque preventivo por parte de Israel. Por ahora, no creen que el nivel de amenaza haya llegado a ese punto.
Desde su fundación, Israel ha preferido dejar que sus enemigos acumulen fuerzas antes que arriesgarse a una escalada. Las dos únicas excepciones fueron el ataque al reactor nuclear iraquí en 1981 y el ataque al reactor sirio en 2007.
Por lo tanto, la respuesta actual de Israel a los esfuerzos de Hezbolá comprende tanto movimientos encubiertos como el intercambio abierto de información con el público.
También está la amenaza que suponen los drones, los misiles antitanque y los misiles de crucero de Hezbolá y, por supuesto, la amenaza de ataque de su unidad de élite Radwan, que incluye a varios miles de combatientes que se curtieron en la guerra civil siria.
Esta experiencia acumulada ha llevado a un cambio perpetuo dentro de la organización terrorista, que también se refleja en los discursos de Nasrallah y su uso del término “ocupación de la Galilea”.
En este contexto, Hezbolá se está preparando para un ataque por sorpresa contra Israel, durante el cual, si estallara una guerra, desplegaría sus fuerzas para infiltrarse en territorio israelí y tomar puestos de avanzada o ciudades cercanas a la frontera, desbaratando así la capacidad de maniobra terrestre de las FDI.
Por ello, el Comando Norte de las FDI está trabajando en la mejora de las infraestructuras a lo largo de la frontera norte de forma que se dificulte la infiltración de la Unidad Radwan. Tras muchos años de advertencia por parte del Mando Norte sobre el mal estado de la frontera norte, el gobierno ha aprobado finalmente un presupuesto para la construcción de una barrera mejor.
Además, Israel lleva años preparando una campaña en el Líbano, partiendo de la base de que es el país que representa la mayor amenaza. La Dirección de Inteligencia Militar de las FDI ha recopilado una larga lista de objetivos potenciales en Líbano, incluidas las instalaciones del régimen, como medio para responsabilizar al gobierno de cualquier actividad terrorista realizada desde su territorio.
Sin embargo, a pesar de los intensos preparativos de las FDI, nadie duda de que una campaña en el Líbano no se parecería en nada a la Guerra del Líbano de 2006 o incluso al reciente conflicto en la Franja de Gaza. Los cohetes de Hezbolá suponen un gran desafío para la Cúpula de Hierro y, en caso de estallar las hostilidades, el sistema de defensa aérea tendría que defender lugares estratégicos a costa de los centros de población.
En tal escenario, la única manera en que las FDI pueden hacer frente a la amenaza del norte sería tomar medidas rápidas y agresivas. Para ello, debe reforzar inmediatamente la capacidad de combate de sus fuerzas terrestres, que actualmente (por decirlo suavemente) no están en su mejor momento.