Michal Salomon, cuyo esposo Elad fue asesinado en la masacre terrorista de julio de Neve Tzuf, junto con su padre Yosef y su hermana Chaya, publicó el sábado por la noche un mensaje desgarrador en el que recordaba lo que ella y sus hijos habían pasado en los ocho meses que han pasado desde el ataque.
Salomon expresó su enojo por la decisión de la Corte Suprema de la semana pasada de rechazar la petición que pedía la demolición de la casa del asesino.
«Ocho meses de loco anhelo por papá Elad, de doloroso anhelo por mi amado, de dificultad diaria para soportar, de llanto incontrolable, de una silla vacía en la mesa, de una cama fría y vacía, de gritos de ‘papi’ que no son respondidos, de imágenes que capturo y no tengo a nadie para mostrar, de dolor mental incesante, en el que todos nuestros corazones están ardiendo desde adentro», describió.
Salomon criticó duramente la decisión de los jueces de la Corte Suprema y escribió: «La familia del terrorista recibió el último anuncio: ganaste, has ganado salarios altos de por vida, has ganado porque tu hijo está vivo, tú ganaste porque no serás expulsado del país, has ganado porque seguirás viviendo en la casa. Has ganado».
En un mensaje directo para su esposo asesinado, ella escribió «Elad, lo intenté. Cómo lo intenté. Intenté convencer a la gente de tomar medidas contra el terrorismo. Intenté convencerlos de que intentaran de otras maneras. Intenté convencerlos de que el próximo ataque debe prevenirse. Intenté… esperar que estés orgulloso de mí por el proceso, porque el resultado es un certificado de miseria para el Estado de Israel».
En julio de 2017, el terrorista Omar al-Abed irrumpió en la casa de la familia Salomon en la ciudad de Halamish (Neve Tzuf) en Samaria y apuñaló a muerte a tres miembros de la familia.
Un soldado fuera de servicio disparó e hirió a al-Abed, que fue capturado y puesto bajo custodia.
Mientras que las FDI inicialmente habían planeado demoler toda la casa donde vivía al-Abed, las peticiones presentadas por varias ONG de izquierda en nombre de la familia de al-Abed pidieron a la Corte Suprema que interviniera y limitara la demolición.
El tribunal aceptó la solicitud y prohibió a las FDI la demolición de todo el edificio, argumentando que al-Abed había utilizado principalmente el piso inferior, mientras que sus parientes vivían en el último piso.