Todavía no hay una respuesta clara a la pregunta de si los palestinos van a celebrar elecciones legislativas. Sin embargo, cada vez son más los que empiezan a pensar que, a la luz de la fractura del movimiento Al Fatah -que se ha dividido en tres partidos diferentes, en contraste con la lista unificada de Hamás, que también cuenta con el apoyo de la Jihad Islámica Palestina, cuyos propios representantes decidieron boicotear las elecciones- y de las encuestas que pintan un panorama sombrío para Al Fatah y su líder Mahmoud Abbas, tanto en las elecciones legislativas como en las presidenciales, Abbas podría decir a la comunidad internacional que no tiene sentido celebrar elecciones si Israel no permite que se celebren en el Este de Jerusalén y está impidiendo que los residentes del Este de Jerusalén participen en la celebración de la democracia de la AP.
No es casualidad que altos funcionarios de la AP, como el ministro de Asuntos Exteriores, Riyad al-Maliki, hayan empezado a señalar a Israel como la entidad que está haciendo todo lo posible para torpedear las elecciones de la AP mediante diversas prohibiciones. Estas supuestas medidas comienzan con el rechazo por parte de Israel de la solicitud de la Comisión Electoral Central de la AP para establecer urnas en Jerusalén oriental e incluyen las afirmaciones palestinas de que Israel ha informado a los observadores electorales europeos de que les prohibirá el acceso a la AP debido a las restricciones de viaje de la COVID.
Muchos funcionarios de la AP admiten de buen grado que cancelar las elecciones programadas y culpar a Israel ofrece a Abbas una salida ideal del rincón en el que se ha metido y una forma de seguir gobernando con puño de hierro como lo ha hecho durante 15 años, todo ello mientras dispara púas de crítica a Israel.
Sin embargo, en conversaciones a puerta cerrada esos mismos funcionarios dicen que la situación es en realidad mucho más complicada y que la negativa de Israel a la petición de la comisión electoral de la AP es un salvavidas para Abbas.
No es solo Israel el que está preocupado por una victoria arrolladora de Hams. Recientemente, ha habido más informes desde Ramala sobre las visitas de delegaciones de alto rango que representan a los aparatos de inteligencia y seguridad egipcios y jordanos, que están presionando a Abbas para que tome medidas para cancelar las elecciones.
Esta presión de los funcionarios de seguridad jordanos y egipcios, preocupados por la posibilidad de que Hamás se haga con el poder en la AP, así como la señalada falta de interés del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y de su administración por las elecciones de la AP, así como su falta de impresión por el gesto democrático de Abbas, serán también un catalizador para que Abbas anuncie que, a pesar de “la determinación de los palestinos de celebrar elecciones”, éstas no pueden tener sentido cuando Israel impide a los palestinos del Este de Jerusalén ejercer su derecho al voto.
Aun así, es una suerte que los palestinos tengan a Israel como culpable y una forma de evitar su responsabilidad.