¿Por qué cualquier administración en su sano juicio permitiría que un estado patrocinador oficial del terrorismo, la República Islámica de Irán, tenga armas nucleares, así como miles de millones de dólares que seguramente no se utilizarán para un “proyecto de ley GI para los miembros de la Guardia Revolucionaria que regresan”?
Esta misma semana, el asesor de seguridad nacional Jake Sullivan calificó a Irán de “patrocinador del terrorismo”.
Sin embargo, los llamamientos y las advertencias contra la reactivación de la nuclear de 2015 parecen caer en saco roto, ya que la administración Biden parece decidida a llegar a un acuerdo que permitiría a un Estado que lleva décadas intentando apoderarse de todo Oriente Medio -y que ya controla Líbano, Yemen, Siria e Irak- disponer de armas nucleares, de los misiles balísticos para lanzarlas y de miles de millones de dólares para fomentar su bien documentado terrorismo.
La semana pasada, 45 generales y almirantes retirados de Estados Unidos enviaron un ruego, titulado “Carta abierta de los líderes militares estadounidenses que se oponen al acuerdo nuclear con Irán”, a la administración de Biden, advirtiendo contra la reactivación del acuerdo nuclear. Escribieron:
“En Ucrania, estamos siendo testigos de los horrores de un país que ataca despiadadamente a su vecino y, al blandir sus armas nucleares, obliga al resto del mundo a mantenerse al margen”.
“El nuevo acuerdo con Irán que se está negociando actualmente, en cuya elaboración Rusia ha desempeñado un papel fundamental, permitirá al principal Estado patrocinador del terrorismo del mundo proyectar su propia sombra nuclear sobre Oriente Medio”.
“Como líderes militares estadounidenses retirados que dedicaron su vida a la defensa de nuestra nación, nos oponemos a este acuerdo emergente que está preparado para alimentar instantáneamente la explosiva agresión iraní y allanar el camino de Irán para convertirse en una potencia nuclear, amenazando la patria estadounidense y la propia existencia de los aliados regionales de Estados Unidos”.
Mientras el gobierno de Biden intenta infatigablemente apaciguar a los mulás gobernantes levantando las sanciones contra el régimen iraní, la República Islámica ha estado aumentando sus amenazas y ataques contra las bases estadounidenses y sus aliados, presumiblemente como un empujón.
Además, el jefe de la Fuerza Quds del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI) de Irán, Esmail Qaani, elogió recientemente a los “mártires palestinos” y amenazó también a Israel:
“Estamos en medio del campo de batalla. La República Islámica de Irán está en la vanguardia de la escena contra la arrogancia global y el sionismo internacional, y seguiremos en el camino de su honor y grandeza, gracias a los mártires”.
Qaani también se jactó del acceso de los Houthis a las armas:
“Hoy en día, los héroes de Yemen y los nuevos hijos de la revolución están construyendo las principales armas que utilizan dentro de su país… construyen misiles con un alcance de más de 1.000 kilómetros y drones con un alcance de más de 1.500 kilómetros, y todas estas operaciones se llevan a cabo utilizando herramientas e instalaciones en túneles y sótanos, bajo el bombardeo enemigo…”
La administración Biden no sólo está dando poder a los mulás gobernantes de Irán y a sus grupos de milicianos, sino que está alienando gravemente a los aliados de Estados Unidos en la región. Como los generales y almirantes estadounidenses retirados afirmaron con precisión en su carta:
“Los socios regionales más cercanos de Estados Unidos, atacados regularmente por Irán, ya se oponen firmemente al acuerdo propuesto. Si no les ayudamos a protegerse contra Irán, no podemos esperar su ayuda para hacer frente a amenazas como Rusia y China. En su lugar, apoyamos una diplomacia que ponga realmente fin a la amenaza que supone el programa nuclear militar iraní y que contrarreste la agresión regional de Irán, respaldada por líneas rojas trazadas y aplicadas de forma creíble contra la escalada nuclear y regional iraní”.
Peor aún, el nuevo acuerdo de la administración Biden con el régimen iraní es mucho más débil que el acuerdo nuclear de Obama de 2015. Con el acuerdo de Biden, las restricciones sobre el programa nuclear del régimen se levantarían sólo dos años después de la firma del acuerdo, permitiendo al régimen enriquecer uranio a cualquier nivel que desee y girar tantas centrifugadoras de enriquecimiento de uranio como quiera.
El nuevo acuerdo no obligará al régimen iraní a revelar sus actividades nucleares pasadas, que tenían dimensiones militares.
Sorprendentemente, se confiará en Rusia para que sea el país que almacene el uranio enriquecido de Irán, y Moscú cobrará por esta misión. ¿Más uranio para Rusia? Qué ingenioso: quizá Putin pueda utilizarlo para su próxima “Ucrania”, en Polonia, Suecia o Francia.
El nuevo acuerdo no abordará el programa de misiles balísticos de Irán, lo que significa que el régimen de Teherán continuará atacando a otras naciones con sus misiles balísticos, proporcionará misiles a sus milicias proxy en otros países y avanzará el alcance de sus misiles balísticos intercontinentales para llegar a los territorios de Estados Unidos. Irán podría incluso utilizar misiles balísticos de menor alcance para llegar a Estados Unidos, quizás lanzados desde Venezuela o Cuba, donde Irán ya está profundamente arraigado.
Para satisfacer las demandas de los líderes iraníes, el nuevo acuerdo incluirá muy probablemente la eliminación de la lista de terroristas de la IRGC, que ha matado a innumerables estadounidenses, tanto en suelo americano como fuera de él.
La República Islámica de Irán comenzó a asesinar a estadounidenses en Beirut en 1983, y también participó en los atentados del 11-S.
Por último, pero no menos importante, el levantamiento de las sanciones económicas contra el régimen iraní facilitará el flujo de miles de millones de dólares a los mulás gobernantes. Esto ayudará aún más al régimen terrorista de Irán a desestabilizar la región, a atacar a los aliados de Estados Unidos y a seguir armando, financiando y patrocinando a sus milicias y grupos terroristas en todo el mundo.
El gobierno de Biden, si realmente se preocupa por la paz en la región -un tema que parece cuestionable- haría bien en escuchar las advertencias de estos numerosos líderes militares y congresistas estadounidenses, y negarse a revivir el desastroso acuerdo nuclear. Sólo hará aún más peligroso a un país que el propio Departamento de Estado estadounidense ha calificado como “el peor patrocinador del terrorismo de Estado del mundo”, además de crear francamente una amenaza innecesaria para la seguridad de la región, Europa y Estados Unidos.