El presidente Joe Biden se dirigió a la nación para hablar de la tragedia que se está produciendo en Afganistán. No se arrepintió. “No me arrepiento de mi decisión”, declaró.
Su discurso no sirvió para resolver las preocupaciones de un conjunto bipartidista de estadounidenses por dos razones: En primer lugar, se basó en un deshonesto hombre de paja y, en segundo lugar, la retirada de Afganistán contradice las razones que citó para justificar su política.
En primer lugar, el hombre de paja: “No puedo pedir ni pediré a nuestras tropas que sigan luchando sin cesar en la guerra civil de otro país”, declaró.
Pero, nadie estaba pidiendo eso, y no es lo que estaban haciendo las tropas estadounidenses.
En los últimos cinco años, el Pentágono había reducido la presencia estadounidense a menos de 10.000 soldados. La presencia era disuasoria y provocaba pocas bajas estadounidenses.
De hecho, durante ese periodo, han muerto muchos menos estadounidenses en Afganistán que residentes de Baltimore en accidentes de tráfico.
Los esfuerzos anteriores de construcción de la nación fueron un error costoso y equivocado, pero no la presencia militar estadounidense, que había evolucionado hasta convertirse en un conjunto de misiones no muy diferentes de las que el Pentágono mantiene en Corea.
Biden, al igual que el presidente Donald Trump antes que él, también justificó su deseo de retirarse para “afrontar las amenazas de hoy… no las de ayer”.
El problema aquí es que no logra ninguna de las dos cosas. Tiene razón en que el terrorismo es un fenómeno mundial. El presidente George W. Bush y los aliados de la OTAN ordenaron la entrada de fuerzas en Afganistán para negar a Al Qaeda un refugio seguro desde el que pudiera volver a atacar el territorio estadounidense o Europa. Lo que Biden hace ahora en nombre de la visión de futuro es crear un vacío en el que los grupos terroristas volverán a echar raíces.
La disuasión será difícil. Al fin y al cabo, los talibanes creen haber derrotado a Estados Unidos y no se tomarán en serio las futuras amenazas del Despacho Oval. En lugar de dejar atrás una amenaza pasada, Biden la resucita.
En cuanto a las amenazas futuras, Biden -como Trump- se preocupa por China. (Tanto Biden como Trump pueden decir también que se preocupan por Rusia, pero la suma de sus políticas -ambos intimidando a Ucrania y Biden permitiendo el avance del Nord Stream-2- empodera al Kremlin). Sin embargo, en lugar de mejorar la posición de Estados Unidos frente a China, Biden la ha desangrado.
Si los estadounidenses están cansados de defender Afganistán, como afirma Biden, ¿debería Pekín creer que se levantarán para defender a Taiwán? Al permitir a China avanzar en sus intereses en Afganistán, Biden también le permite cortar a India y a otros aliados estadounidenses de Asia Central.
En pocas palabras, si Biden considera que la entrega de Afganistán a los talibanes es una estrategia de futuro, como da a entender su discurso, lo peor está por llegar. La incompetencia de Biden pone ahora en riesgo todo el orden liberal posterior a la Segunda Guerra Mundial. Que D-os ayude a Estados Unidos.