Tras rechazar inicialmente el plan de paz de 12 puntos presentado por China para poner fin a la guerra en Ucrania, el presidente ruso, Vladimir Putin, acogió favorablemente la propuesta durante una rueda de prensa conjunta con el presidente chino, Xi Jinping, celebrada el martes.
El mandatario ruso afirmó que “muchas de las disposiciones” presentadas en el plan están “en consonancia con los planteamientos rusos” y podrían servir de “base para un arreglo pacífico” cuando Kiev y Occidente estén “preparados” para ello.
Sin embargo, el presidente ruso también reiteró su afirmación de que Occidente no está preparado para la paz.
“Hasta ahora, no vemos tal disposición por su parte”, dijo Putin.
Aunque Putin no respaldó el plan en su totalidad, sus comentarios difirieron sustancialmente de los ofrecidos por el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, en febrero. Aunque Peskov dijo que Rusia prestaría al plan la “atención” que merece, también afirmó que el Kremlin no “ve ninguna de las condiciones necesarias para llevar toda esta historia hacia la paz”.
Rusia quiere la rendición de Ucrania
Para Rusia, el único plan de paz aceptable es la rendición de Ucrania y la absorción de al menos cuatro grandes regiones de Ucrania por Rusia.
El plan de paz chino fue duramente criticado no sólo por Rusia, sino también por los analistas occidentales, por su vaguedad. El plan también parece formar parte de un esfuerzo más amplio para animar a las naciones occidentales a aceptar las pretensiones chinas de control territorial sobre Taiwán.
En un artículo publicado en la Fundación Carnegie para la Paz Internacional, Alexander Gabuev señaló que el plan “no pretendía realmente poner fin a la guerra”, sino “impresionar al mundo en desarrollo y rebatir las acusaciones de que Pekín se ha convertido en cómplice silencioso de Moscú”.
¿Qué plante China?
Los dos primeros puntos del plan de paz de 12 puntos de China dejan bastante claro que no se trata sólo de Ucrania. En el primer punto, titulado “Respetar la soberanía de todos los países”, el gobierno chino propone que “el derecho internacional universalmente reconocido” debe ser “estrictamente observado”, añadiendo que “la soberanía, la independencia y la integridad territorial de todos los países deben ser defendidas”.
Añade que “todos los países, grandes o pequeños, fuertes o débiles, ricos o pobres, son miembros iguales de la comunidad internacional”. Si esta misma medida hubiera sido propuesta por Estados Unidos, pocos analistas nacionales habrían enarcado una ceja. Probablemente habría sido elogiada como una propuesta de sentido común necesaria para prevenir la guerra. China, sin embargo, sin duda se habría opuesto – y por la sencilla razón de que China y Estados Unidos, y Oriente y Occidente en general, tienen ideas diferentes sobre lo que significa “integridad territorial”.
Para China, integridad territorial significa la estricta adhesión a la política de una sola China y la recuperación de territorios que el Partido Comunista Chino considera partes inextricables de China. Esto incluiría Taiwán y Hong Kong. Para Rusia, la integridad territorial significa recuperar Ucrania y reconstruir el Imperio Ruso.
China propone mentiras
El segundo punto del plan de paz chino anima a los líderes mundiales a abandonar la “mentalidad de la Guerra Fría”. No se trata en absoluto de un tema de conversación nuevo para los chinos, y aunque a primera vista parece tan inobjetable como el primer punto, las implicaciones de abandonar sin más esa mentalidad sin antes asegurar un cambio significativo y garantías de seguridad son significativas. La propuesta china se basa en la falsedad de que ni China ni Rusia suponen una amenaza para la humanidad, el medio ambiente o la seguridad mundial.
La mentalidad de la Guerra Fría surgió como consecuencia del crecimiento agresivo del comunismo, del riesgo que suponía para la población de los países que lo sufrían y de la posibilidad real de que una ideología antihumana se extendiera más hacia Occidente. Hoy en día, Rusia está descontenta con la constante expansión de Occidente hacia el Este, y aunque algunos podrían argumentar que Occidente provocó esta guerra ampliando a propósito las fronteras de la OTAN cada vez más cerca de Rusia, sin acuerdos por parte de Rusia y China para abandonar sus flagrantes violaciones de los derechos humanos es difícil imaginar a ningún líder occidental aceptando ciegamente la propuesta de China.
La mentalidad de la Guerra Fría no puede abandonarse sin más cuando las superpotencias orientales siguen esclavizando y torturando a minorías étnicas, y el presidente Xi pretende hacer crecer el poder de su propio país absorbiendo territorios que afirma que ya forman parte de China.
China quiere un impulso regional
China lo sabe, pero la guerra en Ucrania -y el hecho de que tanto Rusia como Ucrania deseen que el conflicto llegue a su fin lo antes posible- puede ser justo el catalizador que busca el presidente Xi. Es una posibilidad remota, sin duda, pero puede que China vea en Ucrania una oportunidad para demostrar sus credenciales antibelicistas.
Y, a cambio de un acuerdo de paz, Occidente podría en teoría mirar hacia otro lado cuando el presidente chino ordene a su ejército invadir Taiwán. Si eso ocurriera -y probablemente no ocurra-, valdría la pena arriesgarse a enfadar al presidente Vladimir Putin con el acuerdo de paz. Y, según parece, Putin está ahora de acuerdo con el plan de todos modos.
El repentino giro de Putin se produce después de que los dos líderes mundiales se reunieran en Moscú y firmaran dos acuerdos que afirman una nueva “cooperación estratégica” entre ambos países. Tras las “fructíferas y constructivas conversaciones” mantenidas en el Kremlin, el presidente chino prometió que China y Rusia entrarían juntas en una “nueva era” de cooperación comercial y económica.
Para Putin, que lucha bajo el peso de las sanciones occidentales, una mejor relación con un país que presume de una fuerza económica y militar mucho mayor es una bendición. Aceptar el acuerdo de paz de China, aunque no acepte explícitamente la reivindicación rusa del Donbás y otras partes de Ucrania, es el precio que debe pagar.
Tal vez, entonces, el presidente chino utilizó su reciente reunión en Moscú para convencer a Putin de que la vaga terminología del plan puede significar lo que él quiera.