Nadie discute que Jesús (Yeshua) era judío. Su madre era judía, todos sus amigos, colegas – todos eran judíos. Él fue en peregrinación al Templo Judío en Jerusalén. Y nació en la ciudad de Belén en Judea. Por lo tanto, Yeshua -quizás la persona más significativa e influyente de la historia- era un colono.
¿Cómo pueden millones de personas en todo el mundo aceptar la historia de Yeshua, afirmar que una familia judía crio a este niño judío en esta ciudad y, sin embargo, afirmar que los judíos no tienen historia ni derecho a esta tierra? No hay ningún cristiano vivo que discuta que nació en Belén de Judea, la misma ciudad en la que había nacido el rey David mil años antes. Y si eso es así, ¿cómo puede alguien decir que hay algún territorio “ocupado” en Israel?
¿De repente, alguna forma de historia revisionista es más importante que el ethos cristiano? Suena más bien a antisemitismo moderno.
El pueblo judío -desde mucho antes de la época de Jesús- tiene un vínculo y una conexión bíblica, legal y moral con estas zonas que forman parte del Estado de Israel, antes y después de la guerra de 1967. Toda la Tierra de Israel está llena de historias de la Biblia, y Judea y Samaria pertenecen a Israel tanto como Tel Aviv.
No existe ninguna base fáctica para afirmar que hay territorio ocupado en Israel. Como dijo claramente el ex primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu: “La conexión entre el pueblo judío y la Tierra de Israel ha durado más de 3.500 años. Judea y Samaria, los lugares donde vivieron Abraham, Isaac y Jacob, David y Salomón, e Isaías y Jeremías, no nos son ajenos. Esta es la tierra de nuestros antepasados”.
El derecho judío a toda la Tierra de Israel es eterno. El vínculo judío con toda la Tierra de Israel es anterior incluso a Jesús (y, por supuesto, a Mahoma, pero eso es otro artículo).