Como un maratón, lleno de altibajos, la comunidad internacional, bajo el liderazgo de Estados Unidos, se acerca a la firma de un nuevo acuerdo nuclear con Irán.
A ambos lados de la mesa de negociaciones, hay quienes se están encargando de crear una espesa cortina de humo para “confundir al enemigo”. Lamentablemente, el enemigo, a nuestros efectos, no es Teherán, sino los que se oponen a un acuerdo con él, principalmente Israel.
Pero la niebla de la batalla acaba por despejarse. En los últimos días ha quedado claro que, a pesar de los informes de que ambas partes se estaban atrincherando hasta el punto de llegar a un punto muerto e incluso a una crisis en las conversaciones con Irán, ambas partes se están acercando a una decisión.
A ambos lados de la mesa de negociaciones, hay quienes se están encargando de crear una espesa cortina de humo para “confundir al enemigo”. Lamentablemente, el enemigo, a nuestros efectos, no es Teherán, sino los que se oponen a un acuerdo con él, principalmente Israel.
Pero la niebla de la batalla acaba por despejarse. En los últimos días ha quedado claro que, a pesar de los informes de que ambas partes se estaban atrincherando hasta el punto de llegar a un punto muerto e incluso a una crisis en las conversaciones con Irán, ambas partes se están acercando a una decisión.
Los iraníes, por su parte, querían un acuerdo que eliminara las sanciones económicas que pesan sobre ellos. Pero hay que admitir que están menos decididos y entusiasmados por un acuerdo que los estadounidenses, por lo que están haciendo demandas exorbitantes que los estadounidenses aparentemente cumplirán.
Hay algunos funcionarios en Irán, sobre todo en el ala conservadora y radical de su liderazgo, que ven su aislamiento del mundo y la atmósfera de asedio que les ha impuesto Occidente como una bendición. No hay nada como la sensación de que el mundo entero está en su contra para asegurar la supervivencia del régimen de los ayatolas y el apoyo popular al mismo. En cualquier caso, Occidente está repitiendo los errores que cometió con los talibanes, con el Irak de Saddam Hussein y con Rusia al suponer que las sanciones económicas tienen el poder de derribar un régimen o de hacerle cambiar sus posiciones. Esto permite entender por qué los iraníes están dando largas, lo que no sólo es una táctica de negociación sino que también expresa el dilema de su líder supremo: ¿necesita Irán un acuerdo?
Entonces, ¿por qué es necesario un acuerdo?
Nadie discute que los iraníes han hecho grandes progresos hacia las armas nucleares en los últimos años. A pesar de que los intentos de detenerlo ralentizaron el progreso y ganaron un tiempo precioso que ha permitido mejorar los preparativos para el futuro, cuando Irán consiga el estatus de arma nuclear. Está claro que los iraníes necesitan más tiempo para crear una bomba viva, y aún más tiempo para trabajar hasta conseguir la capacidad de dispararla con misiles o lanzarla con aviones. Pero este proceso no tiene marcha atrás y, en cualquier caso, los anuncios iraníes de capacidades nucleares, incluso sin “pruebas”, son suficientes para hacer cundir el pánico en la región.
La nueva propuesta pide a Irán que se quede tranquilo y no “diga al mundo” que tiene capacidad nuclear. Para los iraníes, esto no es ni una ventaja ni una desventaja. El acuerdo les permite conservar todo lo que han conseguido hasta ahora. En cualquier caso, llegarán a tener una bomba nuclear, aunque podemos suponer que, mientras tanto, preferirán mantener la ambigüedad y evitar cualquier paso provocador que no sea necesario para su batalla por la hegemonía regional contra Israel.
Pero la experiencia nos enseña que a una potencia radical y agresiva como Irán no se la puede detener utilizando sonrisas, sobornos o tratos que nos den tranquilidad durante un tiempo pero que no conduzcan a un verdadero cambio de rumbo. Al fin y al cabo, las fuerzas del mal siempre aspiran a alcanzar el poder y a exhibirlo, y cuando se trata de la cuestión nuclear, su razonamiento es que sólo el poder garantizará su supervivencia y su futuro. La bomba iraní no ha sido neutralizada, y aunque la cuenta atrás se ralentice, las cosas llegarán algún día a un punto crítico.