El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, y su homólogo ruso, Vladimir Putin, se reunieron el miércoles en Sochi para tratar de encontrar un terreno común. En otras palabras, acordaron no estar de acuerdo en una serie de cuestiones cruciales, como Siria, Ucrania, Afganistán, Libia, las baterías antimisiles y los nuevos acuerdos sobre el gas natural.
La reunión, que duró casi tres horas, fue considerada una de las cumbres más críticas celebradas entre estos dos ambiciosos líderes, ya que se enfrentan a varios retos en su relación. Ankara y Moscú llevan mucho tiempo tratando de sortear sus diferencias en materia de intereses de política exterior, pero los expedientes de Siria y Ucrania parecen haber puesto a prueba su frágil relación.
Aunque la situación en la provincia noroccidental siria de Idlib -donde aumenta la escalada entre las fuerzas gubernamentales sirias respaldadas por Rusia y los rebeldes apoyados por Turquía- fue el punto más polémico de la agenda, el creciente apoyo de Turquía a Ucrania es un asunto igualmente importante que tiene a Ankara y a Moscú en rumbo de colisión.
La reunión Erdogan-Putin no solo se produjo unos días después de que Turquía admitiera que los lazos con Estados Unidos estaban en su punto más bajo, sino también tras el rechazo de Ankara a las elecciones parlamentarias celebradas en Crimea, que Rusia se anexionó ilegalmente de Ucrania en 2014. En un comunicado, el Ministerio de Asuntos Exteriores turco subrayó el apoyo de Ankara a la integridad territorial de Ucrania y añadió que las elecciones a la Duma Estatal celebradas en Crimea a mediados de septiembre no tienen “ninguna validez legal para Turquía”. Erdogan también reiteró su promesa sobre Crimea durante su discurso ante la Asamblea General de la ONU, una medida que no fue bien recibida por Moscú y que provocó una oleada de cobertura airada en los medios de comunicación rusos.
Ankara y Moscú tienen intereses divergentes en relación con Ucrania, que está inmersa en un conflicto con Rusia por la anexión de Crimea. Turquía fue uno de los primeros países en manifestar su apoyo a la Plataforma de Crimea, iniciada a finales del año pasado como parte de la estrategia de Ucrania para liberar a Crimea de las fuerzas rusas.
Turquía, que también participa en el comercio de armas ruso con la compra del sistema de defensa antimisiles S-400, lleva tiempo sentando las bases de una prometedora asociación de cooperación en materia de defensa con Ucrania. Los dos países están trabajando juntos en desarrollos militares revolucionarios, como la guerra de drones, los motores aeroespaciales y la tecnología de misiles. Moscú ha instado recientemente a Ankara a “analizar cuidadosamente la situación y dejar de alimentar el sentimiento militarista de Kiev”.
La administración ucraniana, que también se opone a las elecciones rusas en Crimea por considerar que violan el derecho internacional, anunció recientemente que planeaba crear una planta para la producción conjunta de drones de combate TB2 de fabricación turca. El fabricante de TB2, Baykar Defense, obtuvo un contrato, por valor de 69 millones de dólares, para vender seis TB2 a Ucrania. La empresa también ha vendido a países como Qatar, Azerbaiyán y Polonia, que se convirtió en el primer miembro de la UE y la OTAN en adquirir drones de Turquía. Ankara ha invertido miles de millones de dólares en su industria de defensa en las últimas décadas, en un esfuerzo por ampliar su cuota en el comercio mundial de defensa.
Uno de los principales motivos de las ventas de defensa de Turquía a Ucrania es, obviamente, aumentar sus exportaciones de defensa. Sin embargo, esta no es la única fuerza que motiva sus estrechos vínculos con Kiev. La semana pasada, una breve visita a la capital ucraniana me llevó a constatar la creciente presencia de empresas turcas en el país. El edificio de la terminal principal del aeropuerto de Boryspil, que conecta Kiev con el mundo, así como el mayor estadio del país y cientos de kilómetros de autopistas fueron construidos por empresas turcas. Las empresas turcas, que operan en una amplia gama de campos, como las telecomunicaciones, la sanidad, la construcción y la alimentación, están consideradas como los mayores contratistas extranjeros en Ucrania. También es importante subrayar que, además de la defensa, hay conversaciones en curso sobre la firma de un acuerdo de libre comercio entre Ucrania y Turquía.
Los crecientes lazos entre Kiev y Ankara son motivo de preocupación para Rusia, que parece ser uno de los factores más importantes en las estrategias de política exterior tanto de Turquía como de Ucrania. Histórica y políticamente, Moscú ha sido una de las principales percepciones de amenaza en ambos países. Así, en lo que respecta a los intereses regionales y las relaciones con Occidente, Rusia siempre está presente como socio o como amenaza.
Ucrania es un antiguo defensor de la OTAN y un antiguo Estado soviético prooccidental en una región disputada. Por lo tanto, también es de importancia estratégica para Turquía, que ha intensificado sus esfuerzos para impulsar los lazos con Kiev. Erdogan ha dado su apoyo a la candidatura de Ucrania a la OTAN. Aunque no es miembro de la UE, Ucrania se considera un socio prioritario para Bruselas, que busca construir una relación cada vez más estrecha que incremente gradualmente la cooperación para abarcar la integración económica y una cooperación política más profunda.
Será crucial cómo Ankara camina por la fina línea de sus relaciones con Rusia y Ucrania en un momento en que necesita negociar un segundo lote del sistema de defensa aérea de fabricación rusa y nuevos contratos de gas natural. Muchos de los contratos de gas de Turquía expiran a finales de este año, cinco de ellos con empresas energéticas rusas, incluida Gazprom. Es igualmente importante ver cómo Rusia, que considera que la cuestión de Crimea es crítica para su seguridad nacional y su integridad territorial, navegará por sus negociaciones con Turquía en materia de defensa y gas a la luz de los diversos asuntos polémicos que mantiene con Ankara.