Con unos 100.000 soldados rusos y equipo pesado concentrados en un largo arco a lo largo de su frontera, Ucrania se está preparando para un ataque ruso a gran escala. Aunque las negociaciones con Rusia encaminadas a la desescalada han fracasado, Ucrania debe hacer todo lo que esté en su mano para prepararse para lo peor. Como parte de esta preparación, el país debe desarrollar planes para un método de resistencia en el que podría tener una ventaja real: la resistencia civil no violenta.
La resistencia civil es una herramienta que se despliega en situaciones estratégicas en las que existen grandes asimetrías en las capacidades del poder duro. Aunque los primeros adeptos, como Tolstoi y Gandhi, encontraron en la no violencia un profundo impulso moral y religioso, esta creencia no es necesaria para apreciar el valor estratégico del método. En su esencia, la resistencia civil reconoce que el funcionamiento de cualquier sociedad depende, en última instancia, de la cooperación de la población con los gobernantes. Cuando los individuos se niegan a cooperar a escala masiva, el edificio del gobierno se desmorona. Es importante destacar que las investigaciones demuestran que, en general, la lucha no violenta tiene dos veces más probabilidades de éxito que la insurgencia violenta. Dada la posición militar de Ucrania frente a Rusia, esto hace que la resistencia civil sea una herramienta que Ucrania debería explotar en caso de ataque u ocupación.
Si Ucrania se ve obligada a llevar a cabo dicha resistencia, la campaña debería librarse simultáneamente en dos campos de batalla: uno interno y otro externo.
Internamente, las autoridades gubernamentales ucranianas, las ONG y otros grupos activistas deberían empezar a crear comités de defensa civil en todo el país en todos los lugares política, económica y militarmente estratégicos. Al igual que en la planificación militar, estos comités deberían formular planes de acción con antelación. Deben preparar estrategias de comunicación y crear redes de civiles que acudan en masa a las protestas y otros actos. Además, estas mismas redes pueden desplegarse para otras actividades de resistencia importantes (como huelgas y boicots) que perjudiquen los intereses rusos. El éxito de la resistencia no violenta durante la Revolución Naranja de 2004-5 y el Euromaidán de 2014 ayudará a estos esfuerzos de organización interna.
En el exterior, Ucrania debe tratar de influir tanto en Rusia como en el resto del mundo. Aunque la toma y anexión de Crimea en 2014 fue ampliamente popular entre los rusos, las encuestas sugieren que nuevas acciones contra Ucrania podrían perjudicar a Vladimir Putin a nivel interno. Esta tendencia probablemente se exacerbe si las acciones agresivas de Rusia en Ucrania se enfrentan a una intensa resistencia y protesta civil. Ante la presencia de cientos de miles de personas que se oponen al funcionamiento de la maquinaria bélica de Putin, la legitimidad de éste se vería reducida en su país.
En el resto del mundo, sería esencial crear un consenso internacional en torno a una campaña de resistencia civil. Esto no sólo mejoraría la percepción de la rectitud de la causa ucraniana, sino que también ayudaría a facilitar el flujo de la importante financiación que podría utilizarse para la formación. Esto es importante, ya que la formación es uno de los mayores factores de éxito de las campañas no violentas, y a menudo la formación exitosa depende de la financiación externa.
Incluso si Rusia se limita a realizar ataques aéreos y de misiles con el fin de diezmar la presencia militar ucraniana en el este, la resistencia civil sigue teniendo un papel que desempeñar. El objetivo probable de estos ataques sería coaccionar al gobierno ucraniano para que acepte la versión rusa del Protocolo de Minsk o para que obligue al presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, a abandonar el poder. En caso de tal coacción, el pueblo ucraniano debería manifestarse masivamente y negarse a aceptar cualquier gobierno que se doblegue ante el uso arbitrario y revisionista de la fuerza por parte de Putin. Esta acción estaría en consonancia con las pasadas campañas de resistencia civil en Ucrania, que expulsaron con éxito a los líderes que se plegaron a las exigencias rusas.
Nada de esto quiere decir, sin embargo, que los militares ucranianos no deban resistir inicialmente un ataque ruso con la mayor agresividad posible. De hecho, es necesario mostrar esa determinación para que Ucrania mantenga su (aunque pequeña) amenaza disuasoria frente a Rusia. Pero tal y como están las cosas, es probable que Rusia pueda invadir vastas franjas de Ucrania en sólo unos días o semanas. Aunque la entrega de armas adicionales a Ucrania puede mejorar su capacidad de disuasión, el tamaño, las capacidades y la habilidad de la acumulación rusa prácticamente garantizan una victoria abrumadora del lado ruso, especialmente dada la improbabilidad de una intervención militar occidental directa. La cuestión importante es qué ocurrirá después de un ataque ruso exitoso o una vez que se establezca la ocupación.
Algunos, como el general ucraniano Oleksandr Pavlyuk, han prometido una guerra partidista. Sin duda, esto haría más costosa una ocupación rusa, pero tiene poco que decir en caso de ataques más limitados. Además, incluso en caso de ocupación, no está del todo claro que una estrategia de este tipo permita a Ucrania obtener sus objetivos en un plazo significativo y sin evitar una pérdida sustancial de vidas.
La resistencia civil, por otro lado, canaliza una proporción mucho mayor de los 44 millones de ucranianos hacia actividades de resistencia, al tiempo que demuestra que el país no está interesado en la históricamente dudosa “Rusia única” de Putin. Y lo que es más importante, parece haber una creciente reticencia en Ucrania a la rendición política. La resistencia civil aplica con mayor eficacia esta energía desafiante.
Al final, el peor temor de Putin no es la OTAN en su frontera. Es una población civilmente comprometida en su frontera que se niega a ceder a sus demandas agresivas. Al igual que en su propio país, el poder popular en Ucrania es la peor pesadilla de Putin. Si Putin debe actuar, el pueblo ucraniano debe sacar a la luz esa pesadilla para que todos la vean.