Israel ha visto muchas veces cómo los intentos de mejorar las relaciones a través de la venta de armas se convierten en una amenaza para la seguridad.
Tomemos, por ejemplo, los morteros Soltam de fabricación israelí, que se vendieron al Shah Mohammad Reza Pahlavi de Irán y que una década después cayeron sobre las cabezas de las tropas de las FDI en el Líbano.
O los diversos misiles, aviones no tripulados y sistemas avanzados de inteligencia vendidos al ejército turco durante el período de luna de miel de los años 90, que hoy en día son propiedad de uno de los enemigos más hostiles de Israel y a los que los iraníes sin duda ya han echado un vistazo.
Menos mal que los planes de vender versiones turcas del tanque Merkava y del satélite espía clase Ofek no se llevaron a cabo antes de que Recep Tayyip Erdogan llegara al poder.
Cabe mencionar el sistema de circuito cerrado de televisión de fabricación israelí vendido a Dubai, que ayudó a identificar a aquellos que el jefe de la policía local afirmó que eran agentes del Mossad detrás del asesinato del líder militar de Hamás Mahmoud al-Mabhouh en una habitación de hotel en 2010.
La actual oposición de los funcionarios de defensa israelíes a un plan del jefe del Mossad, Yossi Cohen, para vender armamento avanzado a los Emiratos Árabes Unidos se basa en una visión clara de la dinámica siempre cambiante del Oriente Medio.
El Ministerio de Defensa es el primero en tener un interés personal en la exportación de sistemas de armas israelíes, algo que fortalece las industrias de defensa y les ayuda a desarrollar futuras generaciones de armamento de las FDI.
El ministerio incluso recibe regalías de cada exportación extranjera de sistemas desarrollados con fondos estatales por contratistas externos como Israel Aerospace Industries, Elbit y Rafael.
Los productos desarrollados por la industria de defensa israelí son algunos de los mejores del mundo, y es natural que los Emiratos Árabes Unidos los quieran para su propio ejército.
Pero la reciente venta de sistemas de defensa de misiles Cúpula de Hierro y Windbreaker a los EE.UU., de misiles Spike a Alemania, de satélites espías y aviones de reconocimiento a Italia, de vehículos aéreos no tripulados a Suiza y de radares a la República Checa no está al mismo nivel que la venta de esos sistemas a un Estado musulmán del Golfo, aunque comparta un enemigo común como Irán.
El Ministerio de Defensa ya ha aprobado ventas anteriores de tecnología militar israelí a los Emiratos Árabes Unidos, aunque no se trata de sistemas muy avanzados y bajo claras restricciones.
El Oriente Medio no es Europa, la experiencia ha demostrado que el aliado amigo de hoy puede convertirse fácilmente en el archienemigo de mañana.
Así pues, incluso con el deseo de estrechar los lazos con los Estados del Golfo y utilizar el dinero del petróleo para impulsar la economía israelí, el país debe considerar cuidadosamente cualquier acuerdo de seguridad y saber cuándo decir que no.