El Ministerio de Agricultura de Israel ha propuesto una medida para mitigar la creciente falta de trabajadores en el sector agrícola, sugiriendo la entrada de aproximadamente 8.000 trabajadores palestinos de Judea y Samaria. Esta iniciativa surge tras la partida de numerosos trabajadores extranjeros en el contexto de la guerra en curso.
La propuesta, presentada durante una sesión del Consejo de Seguridad Nacional, incluye criterios específicos, limitando los permisos a mujeres y hombres palestinos mayores de 60 años, y aplicando solo a aquellos ya conocidos por sus empleadores. La seguridad será una consideración primordial, y todos los trabajadores estarán sujetos a aprobación de seguridad.
Este enfoque no es sin precedentes; se asemeja a acuerdos previos que permitían trabajadores palestinos en la industria hotelera, según fuentes del ministerio. Sin embargo, la propuesta ha encontrado resistencia. El ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, ha expresado su firme oposición, subrayando el “peligro inherente” de permitir trabajadores palestinos en áreas urbanas durante el conflicto. Aunque Ben Gvir afirmó que la Policía de Israel respalda su posición, ni esta entidad ni el Shin Bet han emitido comentarios públicos al respecto.
Frente a la necesidad de unos 10.000 trabajadores agrícolas, el Ministerio de Agricultura también busca extender los permisos de trabajadores extranjeros y coordinar con la Autoridad de Población e Inmigración para facilitar la entrada de más trabajadores de otros países.
La gravedad de la situación se subraya con la partida de 2.000 trabajadores tailandeses desde el inicio de la guerra, según informes de Army Radio. Más alarmante aún, 15 trabajadores tailandeses resultaron asesinados en un ataque terrorista de Hamás el 7 de octubre, y otros cinco están actualmente desaparecidos o retenidos en la Franja de Gaza, como confirmó la Oficina de Prensa del Gobierno.
La decisión sobre la propuesta está pendiente y se espera que sea tema de debate en una próxima reunión del gabinete, señalando un punto crítico en cómo Israel equilibra las necesidades económicas con la seguridad nacional en tiempos de crisis.