El Presidente Isaac Herzog se dirige virtualmente a la manifestación pro-Israel en Washington desde el Muro Occidental de Jerusalén.
“Hoy nos reunimos, como una familia, una gran mishpacha, para marchar por Israel. Para marchar por los bebés, los niños y las niñas, las mujeres y los hombres vilmente secuestrados por Hamás”, dice Herzog.
“Para marchar por el derecho de todo judío a vivir con orgullo y seguridad en Estados Unidos, en Israel y en todo el mundo. Por encima de todo, nos unimos para marchar por el bien, sobre el mal, por la moralidad humana, sobre la sed de sangre. Marchamos por la luz sobre la oscuridad”.
“Hace ochenta años, los judíos salieron de Auschwitz y juraron ‘nunca más’. Cuando la bandera azul y blanca se izó sobre nuestra antigua patria, juramos ‘nunca más’. Hace cuarenta días, un ejército terrorista invadió el Estado soberano de Israel y masacró a cientos y cientos de israelíes en la mayor masacre desde el Holocausto. Gritemos juntos: nunca más. Nunca más es ahora”, afirma.
“Nosotros, el pueblo de Israel, estamos agradecidos al presidente Biden, a su administración y a tantos miembros del Congreso de ambos lados del pasillo. La claridad moral y las audaces acciones de nuestros aliados estadounidenses, demuestran la profundidad de la alianza entre Estados Unidos e Israel, que es más fuerte que nunca”, afirma el presidente.
“Una vez más en la historia judía exigimos: Dejad marchar a nuestro pueblo. Mientras nuestros seres queridos están cautivos en Gaza y nuestros soldados luchan por nuestro amado Israel, los judíos de todo el mundo son agredidos por ser judíos. El odio, las mentiras, la brutalidad, el vergonzoso estallido de antisemitismo ancestral son una vergüenza para todas las personas y naciones civilizadas”.
Los judíos de Estados Unidos deben estar seguros. Los judíos de todo el mundo deben estar a salvo.
“Parafraseando al profeta Zacarías: Los niños y las niñas volverán a jugar en las calles de Be’eri y Sderot y los ancianos se sentarán pacíficamente junto a las pasarelas de Nahal Oz y Ofakim. Y cuando los sonidos de la vida y la risa vuelvan a los pueblos, los kibutzim y las ciudades, también volverá nuestro constante anhelo de paz”, afirma.