En una publicación que haría palidecer de horror a Joseph Goebbels por su desfachatez y vileza, la Relatora Especial de las Naciones Unidas para los Territorios Palestinos, Francesca Albanese, reaccionó a la demanda de liberación de los rehenes secuestrados por Hamás el 7 de octubre, tildándola de “inaceptable”.
¿Qué tipo de psique perturbada califica de “inaceptable” la petición de liberar a los inocentes capturados ilegalmente por una organización terrorista genocida, y los ha mantenido en condiciones deplorables durante dos largos meses?
¿Qué clase de bestia ve “inaceptable” exigir a Hamás la liberación de un infante de solo once meses, raptado cuando apenas contaba con nueve?
El tipo de bestia que trabaja para las Naciones Unidas, cuyos organismos de derechos humanos, organizaciones de mujeres y toda su maquinaria, han hecho caso omiso, minimizado o justificado la masacre del 7 de octubre. Desde el secretario general hasta la Asamblea General, desde ONU Mujeres hasta el Consejo de “Derechos Humanos”, la ONU ha hecho todo lo posible para proteger a los terroristas que aniquilaron a más de 1.200 personas, incineraron bebés en hornos y llevaron a cabo horrendos actos de violación en masa.
Incluso contratan a algunos de los monstruos que perpetraron estos crímenes contra la humanidad, como el profesor de la UNRWA que mantuvo a uno de los rehenes en un ático, privado de comida y atención médica durante 50 días.
Francesca Albanese nunca ha enfrentado represalias por su persistente alianza con el antisemitismo más odioso, desde su recurso al mito del “lobby judío” hasta su insistencia en que Israel no tiene derecho a proteger las vidas de sus ciudadanos y que Hamás tiene derecho a ejercer violencia antijudía, refiriéndose a la peor masacre de judíos desde el Holocausto.
Porque esa insanía antisemita es la razón por la que fue contratada en primer lugar.
Hamás proclama sin ambages su intención de exterminar a todos los judíos, no solo dentro de las fronteras de Israel, sino en todo el mundo. Albanese, asistida por su empleador, las Naciones Unidas, hará todo lo posible para ayudar a Hamás a lograr este objetivo genocida.
Pocas veces en la historia moderna se ha presentado un conflicto tan nítidamente polarizado como la actual guerra entre Israel y Hamás. Por un lado, tenemos a una organización terrorista cuya única razón de ser es erradicar a un grupo étnico del planeta, cometer un genocidio total contra más de 15 millones de personas. Esta organización filmó con júbilo su acto de genocidio, asesinato y violación el 7 de octubre y ha jurado repetir estas atrocidades una y otra vez hasta que no quede ningún judío vivo en ninguna parte. No solo usa a su propia gente como escudos humanos, sino que los mata a tiros cuando se niegan a ser utilizados de esa manera.
En el otro extremo, tenemos a una nación que lucha por detener este genocidio y prevenir un segundo Holocausto, para permitir a su pueblo vivir en paz y seguridad, y para devolver a todas las personas tomadas como rehenes. Todo esto mientras hace todo lo posible para minimizar el daño a los civiles del otro bando.
Francesca Albanese y sus superiores en la ONU se posicionan claramente del lado de aquellos que buscan aniquilar al pueblo judío. Defienden su derecho a asesinar hasta el último judío, sin importar cuánto tiempo les tome cumplir su misión. Cada acusación contra Israel está diseñada para promover ese objetivo. No hay nada que Albanese pueda decir que sea tan antisemita como para que pierda su puesto en la ONU, porque la institución de la ONU no tiene límite en las profundidades antisemitas a las que está dispuesta a descender.
A lo largo y ancho del planeta, seres despreciables como Francesca Albanese vitorean los crímenes de Hamás y se manifiestan en apoyo de violadores y asesinos, secuestradores y torturadores. Gritan “gas a los judíos” en Sydney, Australia, y “Del río al mar, Palestina será libre” en las calles de Nueva York y Londres. Obligan a estudiantes judíos a refugiarse en una biblioteca del Cooper Union College y a una profesora judía a encerrarse en una oficina del Hillcrest High School. Agreden a estudiantes judíos en las universidades de Columbia y Harvard, y atacan tiendas de felafel de propiedad judía en Filadelfia. Lanzan bombas incendiarias contra sinagogas en Canadá y asesinan a un anciano judío en Los Ángeles.
Muchos de los jóvenes involucrados en estos actos, los estudiantes de secundaria y universitarios, se alían con los monstruos de Hamás por ingenuidad juvenil más que por maldad. Pero al hacerlo, se alinean con el mal, igual que los niños adoctrinados por las Juventudes Hitlerianas. Mientras estén del lado de los neo-nazis, de aquellos que buscan completar lo que Hitler comenzó y encuentran deleite en asesinar a niños judíos, no merecen más el beneficio de la duda que una persona verdaderamente malévola como Francesca Albanese, quien no es ninguna niña.
Existen verdaderos monstruos en este mundo. No tienen colmillos como Drácula ni pelaje como los hombres lobo. No son del tamaño de rascacielos como Godzilla. Son seres humanos con una sed de sangre judía que haría sonrojar a Drácula. Son personas que se enorgullecen ante sus padres de haber asesinado a diez judíos. Son profesores que retienen a judíos en áticos durante 50 días. Y son los pseudointelectuales que usan todos los trucos retóricos posibles, todas las mentiras que pueden concebir, para defender a Hamás y debilitar a Israel, para que Hamás pueda asesinar libremente a todos los judíos de la tierra, hasta el último niño.
Ese es el tipo de monstruo antisemita que encarnan Francesca Albanese y sus amos de la ONU.