Tras una década de devastadora guerra civil, Siria se encuentra al borde de una nueva era. El líder entrante, Golani, necesita dos elementos clave para consolidar su gobierno y encaminar al país hacia la recuperación y la estabilidad: un reconocimiento internacional amplio que refuerce su posición diplomática y una asistencia económica significativa que permita reconstruir las infraestructuras destruidas y reactivar el crecimiento.
Quien puede ofrecerle a Golani ambos requisitos no es otro que Estados Unidos, bajo un liderazgo que busca iniciativas geopolíticas ambiciosas. Si hablamos de Donald Trump, el motivo es claro: un intento por regresar al protagonismo global con planes de gran envergadura. Pero, ¿cómo se relaciona esta idea con la cuestión palestina?
En lugar de insistir en soluciones tradicionales que han fracasado hasta ahora, se propone un plan innovador que gira en torno al reasentamiento de los palestinos en Siria. Según esta propuesta, se invitaría a los palestinos a emigrar voluntariamente a Siria a cambio de compensaciones y apoyo económico significativo. Al mismo tiempo, la comunidad internacional invertiría en la reconstrucción económica y de infraestructuras del país, de modo que pueda recibir a nuevas poblaciones y crear condiciones para el desarrollo y la prosperidad. El nuevo gobierno sirio obtendría reconocimiento internacional, legitimidad y asistencia externa que fortalecería su posición y la estabilidad interna.
Siria necesita desesperadamente inversiones externas para recuperarse del desastre de la última década. Esta solución ofrece beneficios mutuos: por un lado, la reconstrucción del país, y por otro, la oportunidad para los palestinos de comenzar una nueva vida en un entorno en proceso de renovación. Además, la tensión en los territorios palestinos se ha convertido en un factor central de la inestabilidad regional. Un reasentamiento ordenado de la población palestina en Siria podría reducir la presión y crear nuevas condiciones para las negociaciones de paz entre Israel y los palestinos que permanezcan en los territorios.
Este plan podría recibir un amplio respaldo internacional si se presenta como una iniciativa integral de reconstrucción humanitaria y política. Una cooperación occidental liderada por Estados Unidos podría garantizar recursos para la rehabilitación de Siria y abrir nuevas oportunidades de relaciones diplomáticas y económicas. Sin embargo, es una propuesta compleja que enfrentaría numerosos obstáculos.
No está claro si los propios palestinos considerarían esta propuesta una solución adecuada. Muchos podrían rechazarla de plano, aferrándose al mantra de su “derecho nacional de regresar a su tierra histórica”. Además, es previsible que la idea enfrente oposición de ciertos sectores del mundo árabe, que ven a “Palestina” como el núcleo del conflicto y no aceptarían desviar el problema hacia Siria. A esto se suma la dificultad logística de llevar a cabo una migración masiva, que requeriría una planificación detallada y una estrecha colaboración entre gobiernos y organizaciones internacionales, lo cual podría complicar su implementación.
Los enfoques tradicionales para resolver el conflicto en Oriente Medio han fracasado una y otra vez. Tal vez ideas audaces y poco convencionales como esta puedan conducir a un cambio significativo. Aunque su ejecución sea complicada, si cuenta con un respaldo amplio, podría representar una oportunidad histórica para lograr estabilidad y paz en la región. ¿Es el momento de romper paradigmas y replantear las soluciones al conflicto en Oriente Medio? El tiempo lo dirá.