Los bombardeos de Israel contra activos militares sirios y su incursión en la zona de amortiguamiento en los Altos del Golán, patrullada por la ONU, demuestran que teme lo peor tras el fin del régimen de la familia Asad, según analistas consultados por AFP.
“El gobierno israelí está actuando bajo un escenario de peor caso posible, con poca o ninguna sutileza”, afirmó Yossi Mekelberg, especialista en Oriente Medio del Chatham House en Londres.
Los analistas señalaron que el primer ministro Benjamín Netanyahu había considerado durante mucho tiempo que la permanencia en el poder del derrocado presidente Bashar al-Asad era la opción menos perjudicial para Siria, a pesar de su alianza con los principales enemigos de Israel: Irán y el grupo terrorista libanés Hezbolá. Esto se debía al temor de que su caída condujera al caos. Ahora, parece que los líderes israelíes temen que ese caos ya haya llegado.
Netanyahu declaró el fin de semana que el acuerdo de armisticio de 1974 con Siria era nulo y ordenó el despliegue de tropas en la zona de amortiguamiento patrullada por la ONU, a lo largo de la línea de armisticio.
Estados Unidos, principal aliado de Israel, afirmó que la incursión debía ser “temporal”, luego de que las Naciones Unidas señalaran que Israel estaba violando el acuerdo de 1974. Desde entonces, el ejército israelí ha lanzado cientos de ataques aéreos y navales contra activos militares sirios, apuntando a instalaciones como almacenes de armas químicas y sistemas de defensa aérea para evitar que caigan en manos de los rebeldes. El martes, las fuerzas armadas estimaron haber destruido entre el 70 y el 80 % de las capacidades militares estratégicas del antiguo régimen de Asad.
El enviado especial de la ONU para Siria, Geir Pedersen, pidió un alto inmediato a los bombardeos.
El analista Danny Citrinowicz anticipó que Israel continuará bombardeando objetivos sirios de manera extensa. “Todo lo estratégico en Siria que pueda volar, como misiles, aviones, e incluso el centro de investigación científica del ejército, será atacado”, declaró Citrinowicz, miembro del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional (INSS) en Tel Aviv. “No sabemos quién nos enfrentará desde el lado sirio, ya sea Al Qaeda, el Estado Islámico u otros grupos, por lo que debemos estar preparados para proteger a nuestros civiles”.
El ministro de Defensa, Israel Katz, afirmó que las fuerzas armadas tenían órdenes de establecer una “zona de defensa estéril, libre de armas y amenazas terroristas, en el sur de Siria”.
Según Aviv Oreg, analista del Centro Meir Amit y exoficial de inteligencia militar, la principal preocupación de Israel a corto plazo son los arsenales restantes de armas químicas y otros armamentos estratégicos. Advirtió sobre el pasado yihadista de algunos grupos rebeldes sirios, indicando que “si esas armas caen en sus manos, nadie sabe qué podrían hacer con ellas”.
Sin embargo, Mekelberg cuestionó la intensidad y amplitud de los ataques, señalando que “no es precisamente la mejor forma de tender puentes con el nuevo gobierno”.
Aunque hay optimismo en Siria respecto a su futuro, algunos analistas israelíes predicen un país fragmentado.
Eyal Pinko, un oficial naval retirado y experto en seguridad, expresó que espera que Siria se divida en unidades etnorreligiosas. “No creo que vuelva a existir una Siria unificada”, afirmó. En este posible escenario, Israel podría optar por colaborar con ciertos grupos étnicos en lugar de otros.
El lunes, el ministro de Relaciones Exteriores, Gideon Sa’ar, declaró que los kurdos sirios, a quienes calificó como una “fuerza estabilizadora”, deben ser protegidos por la comunidad internacional. Anteriormente, Sa’ar había mencionado la posibilidad de trabajar con los kurdos en el noreste y con los drusos en el sur del país.
Pinko agregó: “No creo que lleguen a gobernar Siria… pero Israel intentará establecer la paz con quienes estén dispuestos a ello”.
Por su parte, Mekelberg advirtió contra esta estrategia, insistiendo en que las acciones militares en el Golán y los intentos de favorecer a ciertos grupos étnicos son un error que podría perjudicar cualquier relación futura. “Creo que es probable que suceda, pero sería un error. No alimenten la división, no ayudará”, subrayó.
Durante décadas, Siria fue un aliado cercano de Irán y una pieza clave en el puente terrestre que permitía el envío de armas iraníes a Hezbolá. Golpeado por Israel en la reciente guerra iniciada por Hezbolá tras la masacre perpetrada por Hamás en comunidades del sur el 7 de octubre de 2023, el grupo terrorista podría enfrentar serias dificultades para rearmarse sin el apoyo sirio.
“Siria es fundamental. Me atrevería a decir que sin Siria bajo la influencia de Irán, en realidad no hay un eje de resistencia”, afirmó Citrinowicz. Pinko compartió esta visión. “El riesgo del eje chiita —Hezbolá, Siria, Irán y las milicias iraquíes— es mucho menor ahora”, señaló.
La pregunta clave para los estrategas israelíes es cómo podría reaccionar Irán ante su debilitada posición. Citrinowicz sugirió que Teherán podría “apresurarse hacia una bomba [nuclear]”. Oreg coincidió, indicando que esta es la principal preocupación estratégica de Israel, “porque tratar con un Irán nuclear es un escenario completamente distinto”.
La semana pasada, un informe del organismo de vigilancia nuclear de la ONU indicó que Irán planea un aumento significativo en la producción de uranio altamente enriquecido, que está a pocos pasos de ser apto para armas nucleares.
Si Irán decidiera avanzar hacia la fabricación de una ojiva, Israel podría optar por una acción militar. Sin embargo, varios analistas plantearon una alternativa: que un Irán debilitado podría ser persuadido para negociar. Mekelberg propuso: “Envía un mensaje claro: tu eje de resistencia ha sido severamente degradado, has perdido Siria, ¿podemos iniciar conversaciones?”.