En una época en la que los terroristas retransmiten sus atrocidades en directo, la masacre de Hamás del 7 de octubre es posiblemente el atentado mejor documentado de la historia.
En este espectáculo de salvajismo y sadismo meticulosamente coreografiado, Hamás asesinó, descuartizó, violó y quemó vivas a familias israelíes, documentando sus crímenes con GoPros y teléfonos móviles. Los terroristas incluso retransmitieron en directo sus atrocidades en las cuentas de redes sociales de sus víctimas.
Esta fue solo la primera fase de la estrategia mediática de Hamás. Cuando los combates se trasladaron a Gaza, Hamás pasó de masacrar a civiles israelíes a esconderse detrás de civiles gazatíes. Durante los últimos 16 años, Hamás ha incrustado sistemáticamente su infraestructura terrorista dentro y debajo de las zonas civiles de Gaza como parte de su estrategia de escudo humano.
Las FDI descubrieron que la mayoría de las casas de Gaza tienen túneles terroristas debajo o escondites de armas dentro, y la mayoría de las escuelas, mezquitas, hospitales e instituciones internacionales han sido utilizadas por Hamás para sus operaciones militares.
Hamás ha obligado a los gazatíes a permanecer en las zonas de combate activo, bloqueando sus intentos de alejarse del peligro. Cuando los civiles consiguen llegar a las zonas más seguras a las que les guiamos, Hamás se traslada entonces a esas zonas, convirtiendo las zonas humanitarias en escenarios de nuevos ataques.
Al incrustarse entre los civiles, Hamás se oculta de las cámaras que cubren el conflicto. Al instruir a los terroristas para que se vistan de paisano, Hamás camufla a sus terroristas como inocentes. Al hacer la guerra desde el interior y debajo de los hospitales, Hamás espera que el derecho internacional y la simpatía pública sirvan de escudo para sus actividades militares.
Las Fuerzas de Defensa de Israel, por el contrario, llevan a cabo sus operaciones con cautela, transparencia y de acuerdo con el derecho internacional. Hamás quiere que el mundo crea que las FDI están en guerra contra toda Gaza.
En realidad, nuestra guerra es contra Hamás, no contra la población de Gaza, razón por la cual tomamos amplias medidas para minimizar los daños a los civiles que Hamás pone en el fuego cruzado. Libramos esta guerra con el corazón encogido, conscientes de la trágica pérdida de vidas civiles en ambos bandos.
Nuestra misión es desmantelar Hamás y traer a casa a los rehenes, no destruir Gaza ni desplazar a su población. La estrategia de Hamás puede pasar de masacrar a civiles israelíes a esconderse detrás de civiles gazatíes, pero nuestra estrategia sigue siendo coherente y clara: garantizar que el 7 de octubre no vuelva a repetirse.
Seguiremos cumpliendo esta misión al tiempo que defendemos nuestros valores y mostramos al mundo la verdadera cara de Hamás.