El colapso del régimen del presidente sirio Bashar al-Assad genera nuevas incertidumbres, pero desde la perspectiva de la seguridad israelí representa una ganancia estratégica neta.
Irán invirtió decenas de miles de millones de dólares y más de una década de esfuerzos en el contrabando de armamento avanzado y en el despliegue de decenas de miles de milicianos chiitas en Siria. Todos esos esfuerzos se han desperdiciado.
Tras perder su influencia en Gaza y Líbano debido a los logros militares de Israel contra Hamás y Hezbolá, el colapso de Assad en Siria supone otra gran derrota para las aspiraciones regionales de Irán. El régimen de Assad era uno de los pilares centrales del plan de Irán para lograr la hegemonía regional y para posicionar su eje con el objetivo de provocar la caída de Israel.
El puente que Irán había construido para conectarse con el Mediterráneo y situarse en la frontera norte de Israel se ha derrumbado. La magnitud de las pérdidas de Irán en Siria, en términos de dinero, armas, tiempo y esfuerzo, no puede subestimarse. La posición regional de Irán, que ya estaba deteriorándose, se ha debilitado aún más.
El régimen de Assad formaba parte integral de un “anillo de fuego” iraní destinado a rodear al Estado judío con ejércitos terroristas proxy fuertemente armados. Esta visión del “anillo de fuego” fue concebida por el muerto comandante de la Fuerza Quds iraní, Qassem Soleimani. Dicho anillo era uno de los factores que convertían al eje chiita liderado por Irán en el adversario más peligroso y capaz de Israel.
La caída de Assad es un efecto directo de los devastadores golpes sufridos por Hezbolá, el principal apoderado regional de Irán, en el vecino Líbano. Las operaciones aéreas y terrestres israelíes dejaron a Hezbolá gravemente debilitado. Los rebeldes sunitas en Siria aprovecharon la oportunidad.
Assad carecía de aliados efectivos: Hezbolá no pudo enviar refuerzos terrestres desde el Líbano como lo hizo durante la guerra civil, Rusia está ocupada con su invasión de Ucrania, e Irán enfrenta un creciente aislamiento regional.
En el terreno, las Fuerzas Democráticas Sirias, alineadas con Estados Unidos, se han movilizado hacia Deir al-Zour, en el este de Siria, cerca de la frontera con Irak, mientras que la Fuerza Aérea de Israel ha atacado repetidamente puntos críticos de cruce fronterizo entre Siria y Líbano. Esto significa que el corredor terrestre de Irán, destinado a permitir el paso continuo de armas y personal desde Irán e Irak hacia Siria y Líbano, se ha desmoronado.
Como declaró el teniente coronel (res.) Marco Moreno, exoficial superior de la Unidad 504 de Inteligencia Humana de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), en una entrevista el 1 de diciembre: “El régimen de Assad permitió que Siria se convirtiera en el Corredor Filadelfi [la zona de Gaza fronteriza con el Sinaí usada para el contrabando de armas], pero potenciado al extremo”. Añadió que muchas de las armas que Hezbolá utilizó contra Israel en la reciente guerra provenían de Siria.
La ruta siria fue esencial para el canal de suministro de armas de Irán hacia Hezbolá. Sin embargo, la consolidación de Irán en Siria también incluyó la creación de centros de producción de armamento en territorio sirio, que abastecieron no solo a Hezbolá, sino también a decenas de miles de milicianos chiitas estacionados en Siria.
Irán intentó establecer una base civil, religiosa y cultural en Siria, promoviendo la limpieza étnica de comunidades sunitas y buscando asegurar un apoyo demográfico leal de alauitas y chiitas. Con la caída de Assad, estos extensos y costosos esfuerzos han quedado en nada.
Esto no significa que el frente sirio esté ahora completamente tranquilo. La coalición siria Hayat Tahrir al-Sham (HTS), liderada por Abu Mohammed al-Jolani y anteriormente vinculada a Al Qaeda bajo el nombre de Jabhat al-Nusra, ha emergido como la fuerza insurgente sunita dominante. Otro actor importante en el terreno es el Ejército Nacional Sirio, una coalición rebelde nacionalista respaldada por Turquía.
Israel tendrá que vigilar de cerca sus actividades. Sin embargo, en comparación con las capacidades del eje chiita liderado por Irán, estos rebeldes sunitas representan una fuerza mucho más débil, con capacidades avanzadas limitadas y un enfoque que, al menos por ahora, se mantiene mayormente confinado al territorio sirio.
Según múltiples informes de medios internacionales, Israel no ha esperado a que armas estratégicas en Siria caigan en manos inciertas. El 5 de diciembre, la Radio del Ejército de Israel, citando reportes desde Siria, afirmó que Israel había llevado a cabo ataques aéreos al sureste de Alepo mientras la zona aún estaba bajo control de Assad.
Esos ataques probablemente se dirigieron a sitios de producción de misiles o armas químicas vinculados con el Centro de Estudios e Investigaciones Científicas de Siria, que Irán había cooptado para desarrollar municiones avanzadas en suelo sirio. Al neutralizar preventivamente estas amenazas estratégicas, Israel garantizó que el colapso del régimen de Assad no condujera a la proliferación de armas peligrosas.
A lo largo de la frontera con Siria, las Fuerzas de Defensa de Israel tomaron medidas calculadas para garantizar la seguridad. El domingo, las FDI declararon:
“De acuerdo con la evaluación situacional tras los recientes eventos en Siria, incluyendo la entrada de personal armado en la zona de amortiguamiento, las FDI han desplegado fuerzas en la zona de amortiguamiento y en otros lugares necesarios para su defensa, a fin de garantizar la seguridad de las comunidades de los Altos del Golán y de los ciudadanos de Israel. Reiteramos que las FDI no están interfiriendo en los eventos internos de Siria. Las FDI continuarán operando según sea necesario para preservar la zona de amortiguamiento y defender a Israel y a sus ciudadanos”.