La vida de Juan Bradman, desde su juventud como juez en la Cuba prerrevolucionaria hasta su exilio en Nueva York, ilustra el viaje y la resiliencia de muchos judíos cubanos.
Un joven juez en una Cuba cambiante
Antes de que Fidel Castro instaurara el régimen comunista en 1962, Juan Bradman, todavía en sus veinte años, ejercía como juez de circuito en la Cuba rural. Sin embargo, el panorama político de la isla le llevó a tomar una decisión drástica.
Con el ascenso del comunismo, Bradman, junto a su esposa Pola y su hija Miriam, que apenas había celebrado su primer año de vida, decidieron abandonar su país natal y buscar refugio en Estados Unidos.
Esta migración, descrita por Miriam Bradman Abrahams en el prólogo de la novela “El incidente de San Miguel”, refleja la complejidad de abandonar todo lo conocido para enfrentarse a una realidad totalmente diferente.
La resonancia de un exilio
Bradman representa la historia de más del 90 % de judíos que, habiendo encontrado refugio en Cuba huyendo de las adversidades europeas, nuevamente buscaron seguridad lejos de la revolución castrista.
Estableciéndose primero en Yonkers y luego en Brooklyn, Bradman mantuvo firmemente su decisión de no regresar a Cuba por temor a represalias. No obstante, nunca cortó sus lazos completamente; su hermano Salomón, un defensor de la revolución, permaneció en la isla.
En 2001, a pesar de las tensiones y años de separación, Juan Bradman apoyó la visita de Salomón y su esposa a Brooklyn cuando Cuba permitió los viajes a Estados Unidos. Esta visita inspiró pasajes en la novela “El incidente de San Miguel”.
Visión crítica sobre Fidel Castro
Bradman siempre conservó un profundo resquemor hacia Castro y su régimen. Tras la muerte del líder revolucionario en 2016, expresó su visión contundente, calificándolo como un “despiadado dictador estalinista”.
Aunque resentido con el líder cubano, Bradman también le agradeció irónicamente, ya que su exilio le permitió construir una vida de calidad en Estados Unidos, lejos de las dificultades económicas y represiones de su Cuba natal.
Para Bradman, la historia debe recordar a Castro como un tirano y no como un héroe o salvador. Esperaba, además, el fin del comunismo en la isla.
Legado y vida en Nueva York
Bradman, nacido en 1933 de padres refugiados de Polonia y Bielorrusia, estudió Derecho en la Universidad de La Habana antes de su cierre. Su trayectoria en Cuba como abogado fue breve, interrumpida por la turbulencia política del país.
En Estados Unidos, después de validar sus estudios en la Universidad de Columbia y trabajar en trabajo social, se convirtió en docente en el Museo del Patrimonio Judío de Nueva York. Allí compartía sobre el Holocausto y sus raíces migratorias.
Además de su compromiso educativo, Bradman era un miembro activo en su comunidad, participando en su sinagoga y en el consejo escolar de sus hijos.
La influencia tricultural en una nueva generación
Miriam Bradman Abrahams, al reflexionar sobre la vida de sus padres, destacó cómo la mezcla de culturas cubana, estadounidense y judía influenció su identidad y la de su hermana.
El legado de sus padres es evidente en sus palabras: “Las escuelas públicas de Brooklyn no eran las mejores por aquel entonces. Nuestros padres optaron por matricularnos a mi hermana y a mí en una escuela diurna judía. La forma en que pienso, hablo y reacciono hoy es el resultado directo de ser trilingüe y tricultural”.
La historia de Juan Bradman, un reflejo de muchos judíos cubanos, destaca la importancia de la resiliencia y adaptabilidad frente a adversidades imprevistas.