No te alteres demasiado por los mórbidos festejos y jactancias que actualmente emanan de Gaza. Incluso si Gaza fuera completamente arrasada y un terrorista de Hamás apenas quedara en pie, se arrastraría entre los escombros y haría una señal de victoria.
Desde la perspectiva de Hamás, la propia guerra es su victoria, la esencia misma de su existencia. Lea la carta de Hamás y comprenda contra quién estamos luchando. Las dos piedras angulares de la carta son la destrucción de Israel y el asesinato de los judíos, cualquier judío. Con este fin, cualquier medio está justificado, cualquier coste merece la pena, incluidos los casi 1.000 cohetes que Hamás disparó contra nosotros y que cayeron en Gaza, matando a civiles y niños y destruyendo numerosos edificios (de lo que obviamente se culpó a Israel).
En la película “Monty Python y el Santo Grial”, el Rey Arturo se encuentra con el Caballero Negro, que le prohíbe cruzar un puente. En el duelo que se produce, Arturo corta los brazos del caballero, pero éste se niega a admitir la derrota. Sin brazos, el caballero sigue saltando y declarando su inevitable victoria. Cuando le cortan también las piernas, convirtiéndolo en un torso inmóvil, murmura: “De acuerdo, lo llamaremos un empate”. Arturo se va, pero no antes de que el caballero sin extremidades le lance un insulto más: “¿Huyendo? ¡Cabrón amarillo! Vuelve aquí y recibe tu merecido. Te arrancaré las piernas de un mordisco”. Me acordé del viejo adagio árabe que me enseñó el profesor Moshe Sharon: “Suéltame; tengo el cuello rojo de la paliza que te he dado…”.
Porque esta es la verdad: los gazatíes son muy conscientes de su situación. Miran a su alrededor y ven lo que falta y quién se ha ido. Por eso no están celebrando la victoria, es solo para aparentar. Están contentos con el alto el fuego que han pedido desesperadamente, porque ya están hartos de los ataques aéreos israelíes.
Ahora el mundo les colmará de dinero para que empiecen a reconstruir, y una vez más la mayor parte de este dinero y de los materiales que reciban serán robados para reconstruir túneles terroristas subterráneos, rearmarse, producir más cohetes y misiles, y engrasar las ruedas de sus aparatos terroristas (y una parte irá a parar a la gente, que está allí como rehén). Desde el día en que empecé a ejercer como embajador de Israel en Italia, he insistido ante mis distintos interlocutores en que Europa debe examinar y verificar a dónde va su dinero. Y no soy el único, todos los portavoces israelíes del Ministerio de Asuntos Exteriores y de otros ministerios plantean este punto. Seguiremos haciéndolo.
El último enfrentamiento militar se suma ahora a una larga serie de campañas -militares, sociales, diplomáticas- emprendidas contra nosotros en los últimos 100 años, con un único propósito: oponerse al proceso histórico de retorno de nuestro pueblo a Sion. Pero el proceso continúa, a pesar de las maquinaciones de nuestros enemigos y odiadores. Israel es fuerte, florece y prospera a pesar de todo, gracias al cielo. Lo que necesitamos es paciencia. Y fe.