El primer ministro Naftali Bennett acudió el lunes por la tarde a la Knesset después de que quedara claro que la coalición no tiene mayoría en el pleno, y la oposición se negara a compensarle.
Bennett y su oficina han hecho muchos intentos para evitar que el primer ministro acuda a la Knesset, ya que su hija fue diagnosticada ayer con el coronavirus y podría tener la variante Ómicron. La oposición liderada por Benjamin Netanyahu se niega a retirar a un MK para compensar la ausencia de Bennett, a pesar de que son conscientes de que la variante Ómicron es altamente contagiosa.
Bennett atacó a Netanyahu: “El desprecio de la oposición por la salud pública es extremadamente grave. Mientras nosotros hacemos todo lo posible por elevar el sentido de la responsabilidad de todos los ciudadanos ante el aumento de la morbilidad, Netanyahu juega con la peste por un pequeño logro político. Netanyahu ha perdido todo rastro de responsabilidad nacional”.
El Likud respondió a las críticas del primer ministro diciendo: “Bennett tiene miedo. En contra de los reglamentos de la Knesset y de una manera sin precedentes, Bennett trató de escapar de la responsabilidad ante el público. También fracasó en esto. En plena crisis del coronavirus, no cerramos la Knesset ni huimos de los debates como Bennett”.
“De acuerdo con las directrices del Ministerio de Sanidad y según las normas de la Knesset, Bennett debe comparecer en el debate y participar en la postura de los aislados. Por eso el giro de Bennett no tiene sentido: no le importa la salud pública, sino su salud política, y ésta sí está en peligro”, añadió el Likud.
El Likud explicó su insistencia en celebrar el debate: “Un MK aislado acude a la tribuna de aislamiento. Según los estatutos, el primer ministro debe presentar 40 firmas para el debate. No hay que llorar ni quejarse. Será respetado y aceptado en el frente”.