El primer ministro Benjamín Netanyahu y el líder de Yamina, Naftali Bennett, intercambiaron púas el domingo antes de lo que podría ser una semana trascendental en la política israelí.
Horas después de que Netanyahu calificara la nueva coalición para desbancarle -que incluye partidos de izquierda y de derecha- como “el mayor fraude electoral” de la historia de la nación, Bennett devolvió el golpe, acusándole de negarse a afrontar la realidad del proceso democrático.
Bennett pidió al primer ministro que no dejara destrucción en su camino y aceptara que “el pueblo puede establecer un gobierno, aunque usted no lo encabece”.
En su discurso televisado, Bennett pidió al presidente de la Knesset, Yariv Levin, que no intente ganar tiempo para animar a los miembros de la nueva coalición a desertar, y dijo que debería celebrar la votación el miércoles.
“Déjenlo ir. Deja que el país avance”, dijo Bennett, dirigiendo sus comentarios a Netanyahu, que ha estado en el cargo desde 2009 y también entre 1996-1999. “Netanyahu, no dejes tierra quemada detrás de ti. Todos nosotros, la nación entera, queremos recordar el bien que hiciste durante tu servicio”.
Netanyahu ha afirmado que Bennett y otros líderes de la derecha han incumplido sus promesas a los votantes de seguir un programa de derechas al asociarse con la izquierda solo para derrocarle.
“Estamos asistiendo al mayor fraude electoral de la historia del país, en mi opinión de la historia de cualquier democracia”, dijo Netanyahu en declaraciones a los legisladores de su partido derechista Likud.
Bennett anunció junto con el líder de la oposición, Yair Lapid, que habían formado una coalición de gobierno con facciones de todo el espectro político tras las elecciones no concluyentes del 23 de marzo, las cuartas en dos años en Israel.
En virtud de un acuerdo de rotación, Bennett ocupará primero el cargo de primer ministro, seguido de Lapid. No se ha fijado una fecha para la votación en el Parlamento para aprobar el nuevo gobierno.