El Ministerio de Educación enfrenta turbulencias internas con la renuncia de dos prominentes figuras en menos de un trimestre.
Dimisión de Gali Nahari saca a la luz desafíos en el Ministerio
El pasado jueves, la subdirectora general del Ministerio de Educación, Gali Nahari, presentó su renuncia tras solo tres meses en funciones. Nahari, encargada de aspectos clave como contratación y formación de personal educativo, se suma así a Asaf Tzalel, el director general anterior, quien abandonó su cargo a finales de julio.
En un comunicado dirigido al personal y mencionado por medios hebreos, Nahari expresó su decepción: “Desafortunadamente, hay un vasto desequilibrio entre mis responsabilidades asignadas y el ambiente institucional del Ministerio, lo que me impide hacer mi trabajo”.
A pesar de sus intentos por superar estos desafíos, Nahari concluyó que la mejor decisión era renunciar. El ministerio, en un gesto de cortesía, expresó su respeto por su decisión y le deseó éxito en sus futuros empeños.
Interferencias externas: el trasfondo de la crisis
Reportes de medios locales, aunque sin citar fuentes directas, sugieren que la insatisfacción de Nahari se debe a intervenciones de la oficina del ministro de Educación, Yoav Kisch, en decisiones que deberían ser estrictamente profesionales.
El medio Haaretz cita fuentes anónimas del ministerio que apuntan a presiones desde la oficina del actual director general, Meir Shimoni, designado por Kisch, que habrían llevado a Nahari a tomar decisiones en contra de su criterio profesional.
Asaf Tzalel, en su momento de renuncia, también aludió a discrepancias internas, destacando que las divisiones presentes le impedían continuar en su puesto de manera efectiva.