¿Es la ley del Estado-Nación, una declaración de independencia de la mayoría en Israel contra un intento que ya lleva un año, por dictar la identidad de Israel y sus leyes, a través de una minoría no elegida en el Tribunal Supremo y las personas en los medios y la academia que se declaran responsables de establecer el tono? Espero que sí. El tiempo lo dirá. De acuerdo con la histeria que la izquierda crea usando sus portavoces interminables, parece que hemos dado en el clavo: la batalla por la identidad judía del Estado de Israel. Unos entre nosotros creían que después de 2,000 años, serían capaces de establecer un país europeo cuyo judío solo fue expresado por la gente que vive aquí. Pero un pueblo que ha existido durante miles de años no puede escapar a su identidad y su enfoque en él.
Todavía no he escuchado ni siquiera un argumento serio en contra de la Ley Básica: Israel como el Estado-Nación del pueblo judío; solo maldiciones, invectivas y clichés infantiles, sin mencionar, por supuesto, lágrimas y sentimientos heridos. Estimados lectores, lean la versión completa de la ley (Es corto). Es el mejor suero contra la inoculación de la propaganda mediática.
La ley del Estado-Nación protege a Israel del riesgo de que se convierta en un estado binacional, así como de la dirección en la cual el ex presidente del Tribunal Supremo Aharon Barak lo impulsaba, lo que se conoce formalmente como “un Estado de todos sus ciudadanos” pero en efecto significa “un Estado de todas sus naciones”. Si no fuera por esta ley, al final del proceso actual, los ciudadanos árabes de Israel exigirían la autonomía nacional. Ellos ya están; pero sin la ley del Estado-Nación, el camino estaría despejado para ellos.
Aquí no se ataca a los derechos individuales ni a los derechos civiles. En Israel, todos son iguales ante la ley. Pero la ley del Estado-Nación es diferente; es parte de una totalidad que se expresará en una futura constitución, por lo que aborda nada más que el tema de la nacionalidad. Cuando se trata de esto, no hay igualdad. En el Estado de Israel, solo hay espacio para una identidad nacional: la del pueblo judío. La ley del Estado-Nación pertenece a la misma familia de leyes que la Ley del Retorno. “Apartheid”, un veterano reportero tuiteó el lunes sobre la ley del Estado-Nación. De acuerdo con esa lógica, la Ley del Retorno también es apartheid. Oh, ¡qué vergüenza!
Lo que tenemos aquí no es racismo (y que las bocas de aquellos que lo llaman así se llenen de polvo). Más bien, es el derecho simple y natural del pueblo judío a su único Estado nacional en el mundo. Cualquiera que se oponga a eso es racista porque no acepta el derecho del pueblo judío a la autodeterminación exclusiva, mientras que no tiene problemas para apoyar a un Estado palestino de Judenrein. Al margen de la oposición a la ley Estatal Nacional, también se niega que los judíos sean un pueblo y una nación. El artículo 19 de la Carta de la OLP determina que los judíos son una religión, no un pueblo, y por lo tanto no tienen derecho a un país propio. ¿Entiendes quién más está en el bote con los oponentes de la ley?
La ley del Estado-Nación no debe ser tocada o modificada, pero estoy a favor de una ley especial que beneficie a los drusos y otras minorías que son aliados de sangre del pueblo judío. Durante años, he estado presionando para asignar más fondos a sus comunidades que a los judíos. Pero la ley del Estado-Nación no tiene nada que ver con todo eso; se trata de la cuestión de la nacionalidad judía de Israel. Los drusos no tienen aspiraciones nacionales ni ningún deseo de un Estado independiente. Por lo tanto, la ley del Estado-Nación no los afecta. Cualquiera que diga que los derechos de las minorías han sido perjudicados, incluso un ápice, está mintiendo. A propósito, solo el Estado Judío protegerá los derechos civiles y humanos de las minorías que viven en él. Uno solo necesita mirar alrededor de la región para darse cuenta de eso. Las personas que se oponen a la Ley Estatal Nacional deben decidir quién es su líder. ¿Es Ayman Odeh, jefe de la Lista Árabe Conjunta?
La furiosa disputa sobre la Ley del Estado-Nación hace estallar un debate que ha sido anulado y reprimido en el discurso público durante años, el judaísmo no como una religión sino como una civilización, y la responsabilidad central de Israel para su existencia continua. Esto es lo que la ley protege. Las minorías en Israel tienen derecho a vivir en esta gran civilización que ha puesto a su disposición una gran cantidad de tesoros de conocimiento, sabiduría y textos antiguos, un legado semejante al que ninguna otra civilización ha dejado a sus descendientes. Lo estamos ofreciendo al mundo, pero para continuar floreciendo en términos culturales y religiosos, también tenemos la obligación de defender nuestro hogar nacional. Juramos lo suficiente para hacerlo en la Diáspora, otra razón por la cual ahora tenemos la ley.