La última escalada de tensiones entre Israel y los palestinos ha provocado cuatro muertos palestinos y 16 heridos israelíes en un lapso de menos de 48 horas.
Todavía está lejos de los enfrentamientos que se vieron en el pasado de la región, y definitivamente no es el comienzo de una nueva Intifada (levantamiento), ya que los recientes ataques terroristas han sido perpetrados por lobos solitarios y están dentro de las capacidades de las fuerzas de seguridad para adelantarse.
Además, el hecho de que estos enfrentamientos sean de naturaleza sociopolítica y no religiosa indica un rápido final de los mismos en los próximos días, si ambas partes lo desean.
Por ahora, el presidente palestino Mahmoud Abbas y su partido Fatah parecen estar dispuestos a continuar con la agitación, que han denominado “plan de resistencia a la paz”, ya que sirve a su lucha contra el plan del presidente estadounidense Donald Trump para el Oriente Medio.
Se podría suponer que las duras declaraciones hechas en las últimas semanas por Abbas y otras organizaciones palestinas, como Hamás, contra el plan de paz han sido un factor directo de las crecientes tensiones en la calle palestina.
Aunque sus llamamientos han conseguido que la juventud palestina salga a las calles de Hebrón y la zona alrededor del Monte del Templo en Jerusalén, esta tensión no nació únicamente a causa del plan de paz de los Estados Unidos, sino también por varios factores económicos y sociales.
Se trataba simplemente de una cuestión de cuándo, y no de si, con respecto al estallido en Judea y Samaria, con las declaraciones de los legisladores israelíes sobre la anexión de territorio añadiendo más combustible al fuego.
Tanto las FDI como el servicio de seguridad del Shin Bet han advertido al gobierno en el pasado de una posible escalada de tensiones.
Las oraciones del viernes en las mezquitas de Judea y Samaria serán una señal de hacia dónde se dirige esta escalada.
Las FDI poseen varios medios para sofocar las llamas de la resistencia:
- Rápida y precisa recolección de inteligencia en los medios sociales para rastrear a cualquier persona o grupo que incite a la violencia y usar esa inteligencia para frustrar cualquier intento terrorista. Israel debe mantener su cooperación con las fuerzas de seguridad palestinas para evitar un mayor derramamiento de sangre, ya que la muerte de un oficial de seguridad palestino a causa de los disparos de las FDI el jueves supone un enorme obstáculo para la continuación de la acción mutua.
- Reforzar las fuerzas que ya están instaladas en Judea y Samaria, haciendo hincapié en los puntos de tensión donde residen los colonos que son propensos a los ataques terroristas, como el bloque de poblados de Gush Etzion o el Consejo Regional de Binyamin, donde un soldado de las FDI resultó ligeramente herido en un ataque el jueves. Hay que tener en cuenta que cualquier tropa adicional podría constituir un objetivo para nuevos ataques, con directrices y reglamentos aclarados sobre el terreno.
- Abstenerse de seguir interrumpiendo la vida cotidiana de los palestinos, principalmente para evitar que los que están al margen de los actuales enfrentamientos se unan a ellos también. Las oraciones del viernes en la mezquita de Al-Aqsa y en lugares de Judea y Samaria deben ser vigiladas, ya que cualquier acción que siga a las oraciones podría conducir a una disminución o un aumento de la violencia. Los grupos terroristas de Gaza como Hamás y la Jihad Islámica han permanecido bastante silenciosos, sin apenas ataques con cohetes o globos explosivos, posiblemente para evitar más daños en el enclave costero.
Sin embargo, los acontecimientos en Judea y Samaria podrían provocar un cambio en su rutina, para lo cual Israel debería estar preparado.
Con los informes de un ataque nocturno de las IAF el miércoles contra una base en Siria, que supuestamente causó 23 muertos, incluidos algunos iraníes, Israel debe estar al tanto de cualquier intento de la República Islámica de encender aún más las tensiones.
Una situación en la que Israel se enfrente a la violencia en tres frentes distintos, mientras que el país se encuentra inmerso en su tercer ciclo electoral en un plazo de 12 meses, es su peor escenario, y la fuerza de seguridad debe hacer todo lo posible por evitar esa eventualidad.